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Foto: ACI Prensa.

Para muchos puede parecer un contrasentido que el calendario litúrgico de la Iglesia pase de un visible gozo por el misterio del Nacimiento del Señor, a la conmemoración de quienes han dado su vida por ser testimonio de Cristo.

Es como pasar de la dicha al llanto. Pero solo si lo vemos desde una visión simplista, no a la luz de la fe, como enseño monseñor José Clavijo Méndez en su homilía en la fiesta de San Esteban, protomártir.

El padre Adalberto Sierra Severiche, vicario general de la Diócesis de Sincelejo, quien comparte todos los días la reflexión de la liturgia de la Palabra, responde a estas inquietudes que suelen manifestar los fieles.

Esta es su clara y breve explicación:

Me preguntan todos los años por qué en plena celebración del nacimiento de Jesucristo recordamos tres asesinatos:
• El de Esteban
• El de los niños inocentes
• El de santo Tomás Becket

Comparto la explicación que di esta mañana en la asamblea eucarística que presidí:
Lo primero que hice fue explicarle a la asamblea que no estamos celebrando un cumpleaños, que es un acto social, sino un misterio, que es un acontecimiento de salvación. Y les mostré así la diferencia:
En el cumpleaños, el orden sería el siguiente:
1°. Lluvia de sobres.
2°. Hora loca.
3°. Cantar el Happy Birthday y partir la torta.

En cambio, el misterio que estamos celebrando nos mostró esta realidad:
1°. Que Dios se hizo hombre (24 de diciembre)
2°. Que el ser humano está llamado a ser como Dios (25).
3°. Que, de hecho, el hombre puede amar como Dios, tanto a los excluidos («señales y prodigios» de Esteban) como a sus perseguidores (oración de Esteban por sus verdugos). Y así se hace hijo de Dios (26)
4°. Que el ser humano puede «conocer» a Dios (27)
5°. Que el amor salvador de Dios es universal, y se extiende a las víctimas que no tienen fe (28)…