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Jesús de la Divina Misericordia. Foto: CEC.

Por
Presbítero Derian Rodríguez Amaya
Delegado episcopal para la Pastoral de la Familia

INTRODUCCIÓN

Las circunstancias presentes nos han estado ayudando a poner la lupa en verdades y realidades a las que no les habíamos dado toda su importancia. Esta realidad de la pandemia nos está ayudando a reconocer y a poner en marcha acciones pastorales en nuestras iglesias domésticas, como lo son nuestras familias.

La iglesia doméstica no se puede desconectar de la vida parroquial, ni las parroquias pueden dejar en manos de las familias la liturgia, mucho menos abandonar a su suerte a las familias. De ahí que debamos emprender acciones que no lesionen ni lo uno ni lo otro. Que todos salgamos fortalecidos, las iglesias domésticas, así como las parroquias y nuestras iglesias particulares.

Proponemos integrar acciones familiares a las eucaristías que los sacerdotes estamos transmitiendo desde nuestras parroquias. La distancia física de los fieles no puede ser impedimento para celebrar, pero los sacerdotes no podemos ser tan rígidos en la liturgia que impidamos vivir la celebración.

Nuestra propuesta consta de tres momentos: 1) espacio íntimo y familiar como preparación para la celebración eucarística; 2) celebración virtual y espiritual de la eucaristía, aquí nos unimos a los momentos en que la liturgia nos lo indica; y 3) conclusión, que, básicamente, es una acción de gracias y compromisos familiares.

Recomendaciones:

Elegir un lugar amplio donde pueda estar toda la familia reunida; evitar hacerlo en habitaciones, ya que no ayudan a vivir este momento sagrado.

Armar un pequeño altar con un cirio y la imagen de Jesús de la Misericordia, la Biblia, el crucifijo o con cualquier otra imagen que les ayude a crear el ambiente propicio para la celebración. El altar se puede colocar cerca de la pantalla del televisor o en el centro del espacio donde va a estar reunida la familia.

Con antelación se designa a la persona que ambientará la celebración, así como el que la concluya en el ámbito familiar.

Para seguir las oraciones comunes, en lo posible, cada quien debe tener su celular o tableta o compartirla con otro. Eso sí, evitando cualquier distracción que puedan suscitar estos elementos.

PRIMER MOMENTO:
Liturgia familiar, antes de la Santa Misa

Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

Catequesis previa por quien dirige el momento:

En la celebración de este día Jesús veremos cómo Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos: Tomás también estaba allí; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: “Señor mío y Dios mío”. Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también las marcas del que amó hasta el extremo. Las llagas en el cuerpo de Cristo resucitado no desaparecen, sino que permanecen, son signo permanente del amor de Dios por nosotros y prueba para fortalecer la fe en Dios; no para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad.

San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: “Sus heridas nos han curado”. Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso, como afirma el Papa Francisco.

Jesús nos invita a contemplar sus llagas, a estar cerca de ellas. El Señor desea en medio de nuestra sociedad ensombrecida y preocupada, sanar nuestras llagas de injusticia, guerra, indiferencia, odio, venganza, polarización, temor. Para lograrlo es importante encontrarnos con el resucitado, experimentar su gozo y su alegría, sentirnos tocados por su misericordia; en otras palabras: se hace necesario vivir y experimentar la reconciliación para vivir y experimentar la misericordia.

La vida de pareja y la vida familiar necesitan ser tocada por las manos del resucitado, necesitamos experimentar la curación del resentimiento, la indiferencia, recuperar el espacio que la distancia ha provocado en la familia. Nuestras palabras deben ser modificadas para que sean un canal de afecto y cercanía.

Los cristianos creemos en el amor que sana la tristeza de nuestros padres que se sienten solos y tratados con indiferencia; los hijos necesitan experimentar en cualquier edad el afecto de sus padres; los hermanos necesitan recuperar la cercanía, aun viviendo en distancia física. Los esposos deben volverse a ver a la cara con cariño, a darnos el afecto que el mundo moderno nos había arrebatado.

Los matrimonios y las familias deben resucitar con la fuerza de la misericordia que hemos recibido del que fue traspasado por el amor y que resucitó glorioso.

Preguntas para este día:

  • ¿Sientes que tu vida familiar necesita hoy más que nunca de Dios? (hacer una pausa).
  • ¿Crees que tu familia y tu matrimonio tienen futuro convirtiendo los corazones al Señor? (hacer una pausa).
  • ¿Sientes en tu corazón que el Señor te da la fuerza para cambiar y ser testimonio de su misericordia? (hacer una pausa).
  • ¿Qué intenciones tienes en la celebración de misa en este día de la misericordia? (hacer una pausa).

SEGUNDO MOMENTO

ORACIONES PARA PARTICIPAR EN LA TRANSMISIÓN DE LA CELEBRACIÓN

Yo confieso…

Yo confieso ante Dios Todopoderoso,
y ante ustedes hermanos que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa,
por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí
ante Dios, Nuestro Señor.
Amén.

Gloria…

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra suplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque solo tú eres Santo,
solo tú Señor, solo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

Credo…

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen;
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
y subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Oración de Fieles

A continuación, el sacerdote hace la introducción a las siguientes súplicas. En familia pueden unirse a la parte que está en negrilla.

  • Por nuestra Iglesia para que, centrando su atención en el misterio del amor misericordioso de Dios, lo proclame con ardor y pasión, especialmente a los que se encuentran más necesitados y solos en este tiempo de aislamiento. Roguemos al Señor.
  • Por el Papa Francisco, gran apóstol de la misericordia, para que Dios le guíe y le ilumine en su ministerio petrino.
  • Por los cristianos marginados, perseguidos y martirizados, para que cesen las hostilidades contra ellos, y encuentren, en la misericordia de Dios, protección y fortaleza en estos momentos de prueba.
  • Por los enfermos a causa del COVID-19 para que, descubriendo a Cristo en sus vidas, puedan hallar un sentido más hondo a sus sufrimientos.
  • Por los Médicos y todo el personal sanitario, para que el Señor les proteja y les de las fuerzas necesarias para prestar su servicio en este tiempo de Pandemia.
  • Por nosotros aquí reunidos y por nuestras familias, iglesias domésticas, para que dejándonos encontrar por su misericordia, transmitamos la alegría de la Vida Nueva a todos los que nos rodean.

Padrenuestro…

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén

COMUNIÓN ESPIRITUAL

A continuación, se manifiesta el deseo de recibir a Jesús en la Eucaristía de modo espiritual…

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Amén.

TERCER MOMENTO

En este momento quien dirige la liturgia familiar anima la participación de todos así:

  • Invita a que espontáneamente cada uno de los miembros de la familia haga su acción de gracias.
  • Anima a compartir parte de lo que aprendió en la celebración del día de la Misericordia.
  • Impulsa a expresar públicamente los compromisos que el Espíritu Santo ha suscitado en sus corazones.

Para finalizar se hace la siguiente acción de gracias de forma litánica:

V/. Por la gracia de alimentar a los pobres…
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de sanar a los enfermos …
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de levantar a los quebrantados …
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de albergar al refugiado …
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de ayudar a los que están en peligro …
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de hablar en nombre de los marginados y vulnerables …
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de ser para el prisionero, el adicto, el perdido, el pobre, los moribundos
Lo que tu hijo ha sido para nosotros…
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de tener una familia y amarnos aún en la distancia…
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

V/. Por el don de hacer parte de una comunidad parroquial en la cual está injertada nuestra familia…
R/. Te agradecemos y te alabamos, oh Señor.

Oración a la Virgen

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita.
Amén.