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Monseñor José, presbíteros y diáconos concelebraron la eucaristía en San Antonio de Padua.

Este jueves, 14 de octubre, monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo; presbíteros y diáconos concelebraron la eucaristía en el templo de la parroquia San Antonio de Padua, en la capita de Sucre, para acompañar a la comunidad a reivindicar ese lugar como un área en que se celebra la vida y la proclamación de la buena noticia de Jesucristo.

La comunidad, en el barrio Pabblo VI y aledaños, vive un conflicto originado en la reclamación de un lote contiguo al templo, que fue objeto, en días pasados, de vías de hecho que provocaron daños materiales en el lugar sagrado.

Durante su homilía, monseñor resumió su mensaje en tres palabras, muy ligadas a la celebración de la misa, pues fue el formulario que utilizaron en el rito: “La unidad, la concordia y la paz”.

“Nosotros no tenemos enemigos. Y, si los tuviéramos, de acuerdo con el evangelio, tendríamos la obligación de orar por ellos. Hay personas que por a, b ó c se empeñan en hacernos daño. También dice el Señor -Oren por quienes les hacen daño, por quienes les hacen mal. Y pensamos que por eso esta eucaristía y la oración que ustedes constantemente están dirigiendo al Señor e, igualmente, nosotros como presbiterio, sean la fuerza que nos une y no ningún sentimiento negativo hacia nadie, esperando, sí, que el Señor haga brillar la luz de la verdad”, expresó en su parte conclusiva.

Monseñor pidió a Dios ayuda porque los momentos “son angustiosos, difíciles”, pero recordó que, como constante bíblica, el Señor abre caminos en medio de la muerte, da alimento en medio del desierto y de él brota la vida en medio de los caminos de muerte de los hombres.

“Unámonos, ante todo, en ferviente oración, con un profundo sentido de comunidad cristiana, y ayudémonos unos a otros a vivir estos acontecimientos como acontecimientos de salvación, aunque muchas veces nos cueste entenderlo”, añadió.

El pastor planteó a la asamblea preguntarse cuál es el propósito de Dios en todo esto. “Y, ojalá, él nos lo revelara, porque no se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad expresa de Dios. Todo lo que Dios permite, lo permite por algo y para algo. De modo que, cuando pasamos por momentos de sufrimiento, aunque no sea agradable el momento, al final, entendemos por qué Dios ha permitido que seamos puestos a prueba”.

La comunidad de San Antonio de Padua.

Igual que Jesús

Como en la primera lectura y el evangelio del día (Rm 3,21-30a y Lc 11,47-54), el prelado recordó que, a la luz de las actitudes de Jesús, que son las actitudes del discípulo y que él quiere inculcar en el el camino de subida a Jerusalén, es como se deben leer los acontecimientos de la vida “y los acontecimientos que estamos viviendo concretamente en esta parroquia”.

“No se trata de que ante una injusticia nosotros tomemos por cuenta nuestra la justicia, no es ese el estilo cristiano. Y, a la luz de la proclamación del evangelio, entendemos que, incluso aquellos que en un momento dado nos hacen daño, también por ellos se derramó desde la cruz la sangre redentora de Cristo; también son hermanos nuestros. Eso nos pone a mirar las cosas de una manera completamente diferente”, insistió.

“Queremos que brille la justicia, pero no nos enfrentamos contra nadie porque esa no sería una actitud cristiana. Le pedimos a Dios que nos dé luces –para eso es esta eucaristía—, que toque los corazones, porque, tal vez lo que no podemos hacer nosotros con nuestras débiles luces… y, seguramente, si el Señor toca esos corazones y ellos responden de manera adecuada, las cosas se solucionarán como esperamos: pacíficamente, de acuerdo con las normas que rigen a nuestro país”, agregó.

Para el obispo, ante las limitaciones propias de la ley, se espera que el diálogo sea privilegiado, que se llegue a acuerdos y que se pueda respirar tranquilidad sin tener que enfermarse por resentimientos o sentimientos negativos “que nos llevan a nosotros a dividir el mundo entre malos y buenos”.

“Es difícil para muchos entender así las cosas, porque estamos en un mundo justiciero, donde el que la hace la paga, pero eso para nada es principio cristiano”, recalcó.

Sacerdotes de una de las zonas (vicarías) que conforman la diócesis acompañaron a la comunidad.

La oración

Lo primero, continuó el guía espiritual, es orar al Señor como comunidad creyente y unirse como comunidad en torno al párroco, el padre Edinson Arcia Ortega, “eso es muy importante”, y esperar de Dios las luces para que él inspire las maneras más correctas de actuar y esperar que él allane los caminos para que todo proceda “dentro del lenguaje de la concordia y la paz”.

Monseñor Clavijo reiteró su invitación a que se continúe apoyando con la oración toda esta situación y su desenvolvimiento, estando listos a rodear al padre Edinson “porque ahora más que nunca necesita del apoyo de la comunidad y del apoyo de sus hermanos sacerdotes. Que el Señor nos ayude”.

Monseñor recalcó a la comunidad: “Nosotros no tenemos enemigos”.