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El Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus este domingo en el que se celebra la fiesta del Bautismo del Señor, con el que se concluye el tiempo de Navidad.

Francisco explicó que es un día en el que “se nos invita a pensar en nuestro bautismo”. “Nos invita a hacer memoria del propio bautismo. Olvidarlo significa exponerse al riesgo de perder la memoria de aquello que el Señor ha hecho en nosotros, terminando por considerarlo solo como un hecho que ha acontecido en el pasado y no el Sacramento por el que nos hemos convertido nuevas criaturas y hemos sido revestidos de Cristo, injertados en la relación de Jesús con el Dios Padre”.

El Pontífice subrayó que “gracias al bautismo, somos también capaces de perdonar y de amar a quien nos ofende y nos hace el mal; logramos reconocer en los últimos y en los pobres el rostro del Señor que nos visita y se hace cercano”.

En definitiva, “más que la etapa que marca sociológicamente la inscripción al registro de la parroquia, ese día constituye el carné de identidad del creyente”.

El Papa explicó que “Jesús ha querido recibir el bautismo predicado y administrado por Juan el Bautista en el río Jordán. Se trataba de un Bautismo de penitencia: cuantos se acercaban expresaban el deseo de ser purificados de los pecados y, con la ayuda de Dios, se disponían a iniciar una nueva vida”, explicó.

El Santo Padre exhortó a “comprender la gran humildad de Jesús, Aquél que no tenía pecado, al ponerse a la fila con los penitentes, mezclado entre ellos para ser bautizado en las aguas del río”.

“Él ha manifestado lo que hemos celebrado en Navidad: la disponibilidad de Jesús a sumergirse en el río de la humanidad, a tomar sobre él las faltas y las debilidades de los hombres, a compartir su deseo de liberación y de superación de todo lo que aleja de Dios y hace extraños a los hermanos”.

El Pontífice señaló que “el Espíritu Santo es el artífice del bautismo de Jesús y también de nuestro bautismo”. “Es el Espíritu el que abre los ojos del corazón a la verdad, toda la verdad. Es el Espíritu el que empuja nuestra vida sobre el sendero de la caridad. Es el Espíritu el don que el Padre nos ha dado a cada uno de nosotros en el día de nuestro bautismo. Es el Espíritu que nos transmite la ternura del perdón divino”.

Como en otras ocasiones, invitó a los fieles a preguntarse la fecha del día en el que fueron bautizados: “¿Conocéis el día en el que fuisteis bautizados? Que cada uno lo piense. Y si alguno no lo recuerda, que pregunte al padre, a la madre, al abuelo, a la abuela, al tío a la tía”. “Es una fecha de fiesta, de nuestra santificación inicial, la fecha del gran perdón”, añadió.