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Naturaleza de las visitas

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La visita pastoral es sin duda uno de los ejercicios más completos de la diócesanidad y de la sinodalidad, como puede apreciarse a la luz de lo que nos enseña el directorio para el ministerio pastoral de los obispos. (DMPO 220 – 224)

La visita Pastoral es un hecho de fe que hunde sus raíces en la experiencia bíblica y en la más genuina tradición eclesial. Es un momento particular de gracia que renueva la fe y anima la vida pastoral de la parroquia y, consecuentemente, de la diócesis.

Es, también, un real acontecimiento eclesial de profundo sentido y significación diocesana que pone de manifiesto la realidad de la Iglesia que peregrina en el concreto y local territorio de la iglesia particular, cuyos protagonistas principales son el pastor y sus ovejas, el obispo y su grey. De toda visita pastoral es de esperarse el fruto de una profunda identidad de cada fiel con su diócesis y de la ésta con la mínima y al mismo tiempo la más genuina expresión de la iglesia universal que subsiste toda ella en la iglesia particular o diócesis.

Carácter de la visita pastoral (DMPO 220)

“El obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente, de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del obispo coadjutor, o de la auxiliar, o del vicario general o episcopal, o de otro presbítero” (CDC, c. 396)

La visita pastoral es una de las formas, confirmadas por los siglos de experiencia, con la que el obispo mantiene contacto personal con el clero y con los otros miembros del pueblo de Dios. Es una oportunidad para reanimar las energías de los agentes evangelizadores, felicitarlos, animarlos y consolarlos; es también la ocasión para invitar a todos los fieles a la renovación de la propia vida cristiana y a una acción apostólica más intensa. La visita le permite, además, examinar la eficiencia de la estructura y de los instrumentos destinados al servicio pastoral, dándose cuenta de las circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador, para poder determinar mejor las prioridades y los medios de la pastoral orgánica.

Finalidad de la visita pastoral

  1. Fortalecer la comunión del obispo y de cada una de las vicarías foráneas con el proyecto diocesano, escrutando los signos de los tiempos y buscando humildemente el camino que Dios señala para recorrer juntos con decisión y convicción.
  2. Edificar la comunidad parroquial en el amor de caridad del que dijo el Señor: “Ámense como yo los he amado” (Jn 13, 34-35) en torno a 3 pilares fundamentales: La palabra de Dios, la liturgia y la comunitariedad.
  3. Acompañar y animar a los agentes de pastoral con quienes el obispo busca un encuentro personal y comunitario: sacerdotes religiosas laicos y líderes
  4. Animar la vida pastoral y misionera de la parroquia mediante el ejercicio de la escucha y el aprendizaje, el discernimiento, la evaluación y la proyección, trazando los derroteros de una auténtica conversión pastoral que capacite a todos para afrontar la realidad que nos espera en los próximos y remoto futuro a la luz de los criterios y principios de la nueva evangelización.
  5. Revisar y replantear el Proyecto Diocesano de Evangelización y Pastoral y a su luz el respectivo Proyecto Parroquial de Evangelización y Pastora. Cada uno de los diversos momentos de la visita pastoral debe ir arrojando criterios y pistas de la renovación de toda la acción Pastoral, de manera que, concluida las visitas pastorales, la diócesis se ponga en plan de renovación de su propio proyecto de pastoral y evangelización.