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Monseñor José presidió la eucaristía en el templete de la catedral.

Monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo, invitó este Domingo de Ramos a valorar la cruz como parte del seguimiento a Cristo.

El prelado inició así su homilía (descargue el audio al final) luego de meditar con el pueblo las estaciones de vida de la procesión con la imagen del Señor y el borrico.

“Cuántas veces le hemos pedido al Señor: «Quítame la cruz». Y esa sí es una cosa que Dios no puede hacer. Dios tendría que decirnos: «¿Si te quito la cruz como te salvo? Más bien, sigue mi ejemplo, para eso dejé las huellas y te serví de modelo. Coge tu cruz y cárgala sobre tus hombros, como hice yo»”.

Para identificar nuestra cruz, “que nos produce náuseas, que rechazamos y no nos gusta”, nos dio “pistas”:

“¿Será acaso la pobreza? ¿Será la enfermedad? ¿Será la carga del matrimonio, de la familia, los hijos? ¿Será el trabajo, el jefe, algún compañero? ¿O el no tener trabajo?”.

Eso, de acuerdo con monseñor, nos ayudará a entender la cruz y a seguir profundizando en este ejercicio y examen de cristianismo y más durante esta Semana Santa.

El cambio para con Cristo

El prelado invitó a la reflexión y se basó en la Palabra del inicio y fin de la procesión: en el inicio se aclamaba a Jesús con ramos y al final se pedía su crucifixión.

“Miren el rechazo a Cristo, que se produce también en medio de circunstancias de nuestra vida. Por eso no podemos vivir el cristianismo a nivel de emociones; hoy amanecí eufórico, entonces agarro el Cristo a picos y a frases bonitas. Mañana caí en un problema y estoy volviendo el Cristo de espaldas y no lo podemos mirar. No podemos vivir la fe a nivel de sentimientos solamente”.

Monseñor sostuvo que somos muy dados a esos cambios y que esa es la razón por la que muchos vuelven la Semana Santa “un teatro”.

“Somos volubles. Si estamos entusiasmados, le echamos vivas a Cristo; si estamos “emproblemados”, decimos que lo crucifiquen. No lo hacemos así, con esas palabras. Lo hacemos renegando. Cuando nos está yendo mal en alguna cosa o tenemos algún problema, comenzamos a renegar desde que nos levantamos hasta que nos acostamos”.

Renegar, según el obispo, es decirle a Dios que se equivocó, y es una manera de cuestionar a Dios sobre el estado en que estamos, sin pensar que cada cual es responsable de sus decisiones y que, posiblemente, no se tuvo en cuenta a Dios al actuar.

El cristiano y sus convicciones

El cristiano, por sus convicciones, sabe que a unas cosas les tiene que decir que sí y a otras que no, aunque duela, añadió. Esa actitud dota de principios y convicciones.

“No, cuando es no; sí, cuando es sí. Esa es la claridad que nos pide Dios en nuestra vida cristiana. Ahora, por ejemplo, viene un año político: hay que decidir. ¿Por quién voy a votar? ¿Cómo voy a votar? ¿Por qué voy a votar o por qué no? ¿Voto o no? Tienes que consultar tu conciencia y tu consciencia iluminada por la Palabra de Dios. El obispo no te va a decir por quién tienes que votar, aunque le preguntes”.

Clavijo recordó que nuestra vida es una secuencia de decisiones en las que nos debe iluminar la Palabra.

La eucaristía fue concelebrada por el padre Ismael Acosta Pineda, párroco de la catedral y director de la Pastoral Social diocesana.

La claridad que da la fe

“Porque ser cristiano no es fácil. Nos lleva a tomar decisiones que a los demás no les gustan, y se volverán enemigos nuestros, algunos. Pero sé que decidí delante de Dios, consultando mi conciencia y sabiendo con claridad, por lo menos con visión y conocimiento, que la decisión que había que tomar era esa, aunque a algunos no les gustó”.

Esa claridad nos da las herramientas para construir familias distintas, para ser personas dignas de fiar, de confianza, que saben proceder en cada momento, agregó.

“La fe cristiana es una luz enorme para conducir nuestra vida por el camino único, Jesucristo”.

El pastor finalizó con una invitación a vivir la Semana Santa en compañía de Cristo que nos introduce en el octavo día: la Pascua, que es la eternidad, el tiempo de Dios.

Monseñor recalcó que la Semana Santa se vive en la parroquia y no a modo vacacional o de descanso porque estar en la parroquia es identificarse con el Señor y nos ayuda a fortalecernos espiritualmente.