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Monseñor José Clavijo Méndez durante la Misa Crismal.

La Misa Crismal fue concelebrada por monseñor Julio César Vidal Ortiz, obispo emérito de Cúcuta oriundo de Tierralta (Córdoba).

En su homilía de la Misa Crismal en la catedral San Francisco de Asís de Sincelejo, monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo, llamó a dejar los “rinconcitos cálidos” y salir a evangelizar.

“Debemos abandonar nuestros estilos enmohecidos, nuestros encierros asfixiantes, nuestros rinconcitos cálidos y seguros de espiritualidades autoenervantes y emprender la salida misionera permanente”.

El obispo explicó que no tiene sentido celebrar un jubileo (los cincuenta años de la Diócesis) en “nuestros cómodos encierros para continuar y prolongar nuestra morbosa autocontemplación mientras el mundo clama a gritos con angustia para que vengan los enviados”.

“Para que pisen sobre los montes los pies de los evangelizadores, mensajeros de la nueva humanidad”.

El llamado al clero

Monseñor llamó al clero a acercarse al corazón de Cristo “con el fin de nutrirse de él y solo de él”.

“Si se ayudan mucho más los unos a los otros, si se hacen mucho más hermanos los unos de los otros con la mirada complacida de María, el presbiterio será mucho más que una reunión sacerdotal: serán otros Cristos actuando como él, viviendo y pensando como él y como él estarán dispuestos a abandonar sus añoranzas mundanas para dedicarse generosamente a la misión y para darse por entero a todos”.

La exhortación del prelado al clero fue también a no temer a dar la vida, a no pensar solo en ellos, a no reservarse nada.

“Hagan todo lo que Él les diga y háganlo como Él les dijo que lo hicieran. La comunidad presbiteral, de la misma manera que la comunidad apostólica de los Hechos, se dispersará a lo largo y a lo ancho, sin olvidar este centro y se constituirá en el puente entre Cristo y a humanidad”.

En ese punto, el mitrado señaló que los sacerdotes sembrarán la semilla del reino junto con los demás ministros: diáconos, religiosas, laicos consagrados, “y crecerán nuevas plantas que a su tiempo darán sus frutos y llenarán de comunidades cristianas y de evangelio los diferentes ambientes de la realidad sucreña”.

Una sucesión que el obispo resumió en el Salmo 126: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres, porque al irse va llorando cargando las semillas, pero al volver se viene cantando trayendo las semillas”.

“Que así sea”.