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El 12 de septiembre de este año la comunidad católica de Chinulito (Colosó) regresó al que por años fue su lugar de celebración de la fe y que la violencia paramilitar le arrebató en el 2000.

Se trata de la capilla San Rafael Arcángel, que luego de desvalijada y su imagen patronal mutilada, abrió las puertas a todos.

La reconstrucción del templo, donde concurren la fe y el evangelio es vida al punto de reunir a la comunidad para otros encuentros de convivencia, forma parte del plan de reparación colectiva.

La Unidad de Víctimas la entregó en servicio con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

Monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo, revestido del verde de la esperanza, celebró la eucaristía en presencia de católicos y no católicos que no ocultaron su alegría por la reapertura del templo.

El pastor recordó en su homilía, un día antes de la conmemoración de las 11 víctimas de la masacre, que Cristo sufrió al punto de ser crucificado, siendo esta la peor de las muertes de entonces. Pero lo hizo voluntariamente y por amor.

Resaltó la enseñanza del evangelio del día, que cuenta cómo Cristo amó a sus enemigos y propuso poner la otra mejilla a quienes nos abofetean, y perdonar para ser perdonados.

La imagen de San Miguel Arcángel, a la que le faltaba la violencia le cercenó la mano izquierda, estuvo en casa de una habitante hasta que fue restaurada y pudo ser entronizada de nuevo en presencia del obispo.

La inversión
La Unidad de Víctimas publicó en Twitter que esta medida de reparación es parte del avance del 50% de la implementación del plan y que la inversión va en $1.200 millones.

Aunque es una edificación para celebrar la fe, el templo es más que eso; los mismos habitantes solicitaron como medida de reparación urgente este lugar porque ahí tienen lugar reuniones comunitarias.

Cristian Salas, inspector de Policía de Chinulito, explicó que a la capilla había sido desvalijada por los violentos al punto de llevarse hasta el techo.

La eucaristía
La remodelada capilla depende pastoralmente de la Parroquia San Miguel Arcángel, en cabeza del padre Marco Rivera Mejía, quien cada 15 días acompañará a la comunidad a celebrar la eucaristía.

Oremos por nuestros hermanos de Chinulito, agradezcamos al Señor por su fuerza para perseverar y pidamos que se mantengan en el amor y prosigan el camino de la reconciliación y el resurgir.