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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Domingo decimoquinto del tiempo ordinario

PRIMERA LECTURA

La palabra está muy cerca de ti, para que la practiques.

Lectura del libro del Deuteronomio   30, 9-14

Moisés habló al pueblo, diciendo:

El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres.

Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: ¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.

SALMO RESPONSORIAL 68, 14. 17. 30-31. 36-37

R/. Busquen al Señor, y vivirán.

Mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable: respóndeme, Dios mío, por tu gran amor, sálvame, por tu fidelidad.

Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí; yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias.

Porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su Nombre morarán en ella.

SEGUNDA LECTURA

Todo fue creado por medio de Él y para Él.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 15-20

Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él.

Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él.

Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia.

Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.

Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Cf. Jn 6, 63c. 68c

Aleluya.

Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; Tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO

¿Quién es mi prójimo?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   10, 25-37

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?

Jesús le preguntó a su vez: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?

Él le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo.

Has respondido exactamente, -le dijo Jesús-; obra así y alcanzarás la vida.

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: ¿Y quién es mi prójimo?

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”.

¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?

El que tuvo compasión de él, le respondió el doctor.

Y Jesús le dijo: Ve, y procede tú de la misma manera.

Credo

Oración de los fieles

Que nuestras oraciones lleguen, hermanos, a la presencia del Señor y que nuestros ruegos sean escuchados por aquél que escruta el corazón de todos:

Pidamos la sabiduría del Hijo de Dios para los que proclaman con fidelidad la palabra divina y para todos los ministros que sirven a la Iglesia.

Por los cristianos separados de la Iglesia católica y apostólica, por Israel, el pueblo de la antigua alianza, y por los que no conocen al Dios verdadero, invoquemos al Señor, dueño de toda verdad.

Por los que viven lejos de su casa, por los encarcelados, por los débiles y oprimidos, y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús, el Salvador.

Invoquemos con fe y devoción al Señor de la gloria por la paz y felicidad de los que ahora estamos aquí, huéspedes en la casa del Señor.

Dios misericordioso y omnipotente, que has querido resumir todos los preceptos de la Ley en el mandamiento del amor, escucha nuestras oraciones y danos un corazón solícito y generoso hacia los sufrimientos de nuestros hermanos, a imagen de tu Hijo, el buen samaritano del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

La reflexión del padre Adalberto Sierra

 

Detalles

Fecha:
10 julio, 2022
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