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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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I Domingo de Cuaresma. Ciclo C

Primera lectura

Lectura del libro del Deuteronomio (26,4-10):

Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.

El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado.” Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.”

Palabra de Dios

Salmo

Sal 90,1-2.10-11.12-13.14-15

R/. Está conmigo, Señor, en la tribulación

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.” R/.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R/.

Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. R/.

“Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.” R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,8-13):

La Escritura dice: “La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.” Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: “Nadie que cree en él quedará defraudado.” Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.”

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,1-13):

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.”
Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.”
Jesús le contestó: “Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.
Jesús le contestó: Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor


La reflexión del padre Adalberto, nuestro vicario general

I Domingo de Cuaresma. Ciclo C.
El tiempo litúrgico de cuaresma nos remite anualmente al relato de las tentaciones de Jesús, que constituye el marco de referencia y el principio inspirador de dicho tiempo. Este relato condensa la vida pública de Jesús, plasma en síntesis el compromiso adquirido por él en su bautismo, y es una sinopsis anticipada de su propuesta. Como Israel fue tentado en el desierto, Jesús lo es en la sociedad judía; como el pueblo tentaba al Señor en el desierto (cf. Exo 17,2.7; Num 14,22), ahora Jesús es tentado por «el diablo». La tentación es como una «prueba de calidad» donde el tentado saca a relucir sus capacidades para superarla, o, por el contrario, descubre su incapacidad ante la misma y sucumbe.También el Señor tentó al pueblo, pero para que no pecara (cf. Exo 20,20).
Lc 4,1-13.
El relato se compone de una introducción, tres tentaciones y una conclusión. El número tres es símbolo de una totalidad homogénea, indica todas las tentaciones posibles. En el caso de Jesús, las tentaciones tienen que ver con la vida, la convivencia y la supervivencia humanas.
1. Introducción.
La mención del Espíritu Santo, del Jordán y del desierto conectan este relato con el del bautismo de Jesús. Los «cuarenta días» aluden a los «cuarenta años» de Israel en el desierto, el nombre del antagonista –«diablo»– significa «embustero», «calumniador», y el hambre de Jesús «al final» hace referencia a su vehemente deseo de manifestar al término de su vida terrestre el amor del Padre por la humanidad (cf. Lc 22,8.15).
2. Primera tentación: la vida.
La tentación en sí insinúa que Jesús demuestre su condición de hijo de Dios convirtiendo una piedra en pan. Es la invitación a afirmar su propia vida mediante alardes de poder; o sea, a que se convierta en el «macho alfa» de la manada humana. Con su respuesta, Jesús explica que él se atiene al designio de Dios, que él es el «hombre alfa» de la nueva humanidad, y que, por eso, la afirmación de su vida no constituye la anulación o la subordinación de las vidas de los demás.
La vida humana no se reduce a la mera satisfacción de necesidades biológicas. Esto conduciría al ser humano a un raquitismo existencial (cf. Lc 10,38-42).
Las solas metas terrenas no colman los anhelos de vida que apremian al género humano. El ser humano desborda los límites del tiempo y del espacio (cf. Lc 12,13-21).
La abundancia de pan no procede del poder, sino del amor generoso que parte y reparte y, de esa manera, el hombre realiza el gratificante don de sí mismo (cf. Lc 9,10-17).
3. Segunda tentación: la convivencia.
Esta tentación afirma que Jesús no desvincula su éxito personal de la suerte de la humanidad. La tentación le propone a Jesús como ideal de convivencia humana el modelo del imperio romano. Sugiere que Jesús acepte «la autoridad» y «la gloria» del mismo, a condición de rendirle homenaje al diablo. Es decir, el ejercicio de ese poder es contrario al designio de Dios. Consiste en darle proporciones de imperialismo mundial a la doctrina nacionalista de los letrados. La respuesta de Jesús recuerda que el compromiso de la alianza, que constituyó a Israel en pueblo de Dios, fue pactado con un Dios específico, el verdadero; los demás son inventos humanos para favorecer intereses mezquinos. Al insistir Jesús en lo «escrito» denuncia la perversión de dichas tentaciones.
«El Señor tu Dios» es el que sacó a Israel de Egipto, el que no quiere que un pueblo sea dominado por otro. Los ídolos son los que legitiman esa dominación.
El homenaje a Dios consiste en procurar la liberación de la humanidad; el homenaje al diablo, en contribuir a la opresión y explotación de la humanidad.
El antiguo culto o servicio a Dios «en santidad y justicia» (Lc 1,74) se basaba en «ayunos y rezos» (Lc 2,37); el nuevo, en la adhesión a su designio liberador.
4. Tercera tentación: la supervivencia.
Esta tentación toma nota de que Jesús no desvincula su éxito personal y social del designio de Dios. Por eso, el diablo la disfraza con ropaje y lenguaje religioso. Si la primera apela al poder personal y la segunda al poder político, ésta apela al poder divino para garantizar la supervivencia humana. Ahora se observa como un «duelo» en el uso de argumentos de la Escritura. El diablo la conoce y la cita con habilidad maliciosa. Esto indica que el «diablo» embustero manipula esas Escrituras para desviar a los hombres con argumentos supuestamente piadosos.
Hay un uso diabólico de la Escritura, que consiste en fragmentarla suprimiéndole sus exigencias de compromiso. La institución que manipula la Escritura encarna el diablo.
Detrás de ese uso diabólico de la Escritura hay la intención de distorsionar ideológicamente la realidad de Dios: se cambia sutilmente el Dios del amor por el ídolo del poder.
Jesús se atiene a la experiencia: el amor conocido no se pone en duda ni a prueba. El amor de Dios da vida, y vida eterna; suficiente garantía de supervivencia.
5. Conclusión.
El evangelista advierte que así quedaron «acabadas todas las tentaciones», lo que indica que esas tres las abarcan «todas», y que la victoria de Jesús es indiscutible. Sin embargo, como este relato es un anticipo sintético de toda la existencia terrena de Jesús (significado de los «cuarenta días»), añade que «el diablo se alejó de él por un tiempo». En lo sucesivo del evangelio, el diablo estará encarnado por seres humanos (cf. Lc 11,16). Y la victoria definitiva contra el diablo será en el Monte de los Olivos (cf. Lc 22,39-46).
Las tentaciones, así entendidas, no son exclusivas del Mesías ni tampoco cuestiones de carácter meramente religioso. Son trampas para todo ser humano, independientemente de si éste cree en Dios o no. La fidelidad ante la tentación es coherencia con las aspiraciones fundamentales del ser humano: la vida, la convivencia y la supervivencia.
En el fondo, la tentación consiste en adherirse al poder renunciando al amor creador, liberador y salvador del Padre. Por eso, la tentación es instigación a traicionar a Dios y a la humanidad.
A lo largo de toda la historia, cada uno, la convivencia social en la cual estamos insertos, y nuestra Iglesia vivimos bajo una continua y sutil seducción del poder presentado como «salida».
Sí hay una «cultura cristiana», y la creamos en la medida en que damos testimonio del sentido cristiano de la vida, la convivencia y la supervivencia humanas.
Las comunidades cristianas tienen el compromiso de proponerles a las sociedades en las que se hallan insertas su propia comprensión de la vida, de la convivencia y de la supervivencia como aporte a la construcción social. Y las asambleas dominicales son ocasión para celebrar lo logrado en ese sentido y para estimular el compromiso en seguir permeando la cultura local con la fuerza de la buena noticia de la vida, del reino de Dios presente, y del futuro reino del Padre.
¡Feliz día del Señor!

Detalles

Fecha:
10 marzo, 2019
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