Primera lectura
Salmo
Evangelio de hoy
La reflexión del padre Adalberto, nuestro vicario general II Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. El suceso de la epifanía se prolonga de hecho con las primeras manifestaciones de Jesús cuando da comienzo a su actividad pública. El relato de este domingo dice explícitamente que con este acontecimiento Jesús «manifestó su gloria». Este relato es uno de los tres que en la tradición de la Iglesia se celebran como «epifanía» del Señor. Toda manifestación deja algo al descubierto, es decir, revela algo para que sea conocido. Esta se presenta «como principio de las señales», tiene como destinatarios a «sus discípulos», y su objetivo es la adhesión de los mismos a Jesús. Jn 2,1-11. El relato se introduce con la indicación de unas circunstancias, prosigue con una iniciativa de la madre de Jesús, continúa con una imprevista intervención de Jesús, a la cual reacciona huraño el maestresala, y concluye declarando el hecho como señal reveladora que invita a la fe en Jesús.
- Introducción: circunstancias. La indicación «al tercer día» supone una referencia anterior, tres días mencionado antes (cf. Jn 1,29.35.43), lo que fija la narración en el «sexto día» a partir del principio, pero llama la atención sobre este día también como «tercero». El sexto día es el de la creación del ser humano (cf. Gen 1,26-31) y «el tercer día» es el de la alianza (cf. Ex 19,11.15.16); pero también «el tercer día» hace alusión a la promesa de la resurrección (cf. Os 6,2). Así que el relato se sitúa en el horizonte de la creación, la alianza y la pascua. Se trata de «una boda» –que era la forma preferida por los profetas para referirse a la alianza– en la cual estaba la madre de Jesús, y a la cual fueron invitados Jesús y sus discípulos.
- Iniciativa de la madre de Jesús. En la boda falta el «vino», que es causa de alegría (cf. Jc 9,13; Sal 104,15; Qo 10,19; Si 40,20), un signo de la amorosa bendición de Dios (cf. Dt 27,13) y metáfora del amor (cf. Ct 1,4; 2,4 hebreo; Si 40,20). Lo que falta, pues, es la alegría de amar. La boda o alianza no es alegre porque le falta el amor. Esto alude al hecho de que la religión judía se ha convertido en un conjunto de leyes y costumbres sin vida, sin capacidad de estimular ni entusiasmar a sus observantes. Al presentarle su madre esa necesidad, Jesús le responde que eso no es incumbencia de él ni de ella, invitándola así a romper con el pasado para esperar su «hora», en la que él manifestará su «gloria» (cf. Jn 12,23) entregando su Espíritu (cf. Jn 19,30). Ante ese anuncio, su madre invita a los servidores a hacer cualquier cosa que él les diga, como prometió hacer el pueblo en la primera alianza (cf. Ex 19,8; 24,3.7).
- Intervención de Jesús. A estas alturas, se hace alusión a la antigua alianza, sin nombrarla. Se mencionan seis «tinajas de piedra» destinadas a «la purificación de los judíos», de enorme capacidad, pero vacías. El número de las tinajas, «seis», es una cifra que califica lo imperfecto, inacabado. Ofrecen una purificación que no se da. Jesús indica que las llenen de agua, y es preciso observar que no se trata de simple agua, sino del agua contenida en las tinajas supuestamente «destinadas a la «purificación». El hecho de que las tinajas sean «de piedra» las pone en relación con las «losas de piedra» en las que estaban escritas las cláusulas de la antigua alianza (cf. Exo 31,18; 32,15-16; Dt 4,13; 5,22), y esto es lo que califica el agua contenida en ellas. Es agua para purificar, pero las tinajas vacías no ofrecen purificación alguna; el agua que Jesús ofrece –por fuera de las tinajas– significa que la «purificación» que Jesús brinda no es exterior (agua para lavar), sino interior (vino para beber) y que es independiente de la Ley. Este vino es bendición de Dios (vida), amor y alegría: el Espíritu Santo, que no se recibe por observar la Ley, sino por dar fe a Jesús. Por fuera de esas tinajas, ya no es agua, es vino. Es decir, por fuera de la Ley de Moisés, Jesús le manifiesta al pueblo «la gloria que un hijo único recibe de su padre», y de su propia plenitud de amor y lealtad (cf. Jn 1,14) le transmite la capacidad de amar como él (cf. Jn 1,16; 13,34), a fin de que la alegría de los suyos sea completa (cf. Jn 15,11).
- Reacción del maestresala. El «maestresala» (?????????????) es distinto de «los amigos del novio» (cf. Mc 2,19). Es el jefe del servicio de un banquete, o el presidente del mismo; en todo caso, es una figura institucional, sin carácter familiar. Representa a los «jefes» responsables de la primera alianza. El reproche que le hace al novio es, en el fondo, contra Jesús. No puede dejar de reconocer que la oferta de Jesús es superior, pero se muestra en desacuerdo porque «el vino de calidad» (el Espíritu Santo) se le ofrece a la gente después de que pensaban que habían bebido el mejor (la Ley). Según él, lo mejor debe ser lo anterior, así que, en nombre de la antigua alianza, rechaza la nueva.
- Conclusión: repercusiones. Las «señales» son signos de que Dios libera de la esclavitud y salva (da vida) a su pueblo. Esta es «el principio de las señales» de Jesús; vendrán otras más, semejantes a esta. Así manifiesta él «su gloria», es decir, el Espíritu que habita en él (cf. Jn 1,32-34), y por eso sus discípulos le dan fe a su persona, se fían de él.