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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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IV Domingo de Pascua. Ciclo C

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Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,14.43-52):

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra.”»
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 99,2.3.5

R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo, y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (7,9.14b-17):

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus ojos.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor


La reflexión del padre Adalberto, nuestro vicario general

IV Domingo de Pascua. Ciclo C.
Por medio de las metáforas del «pastor» y las «ovejas», Jesús se refiere a la relación entre él y los suyos. La figura del «pastor» entraña las tareas del pastoreo (conducción) y el apacentamiento (la alimentación) de las «ovejas», lo cual implica afecto, atención y custodia de las mismas. La figura colectiva de «las ovejas» entraña la condición comunitaria (convivencia), el reconocimiento y la aceptación del pastor como tal, y la confianza en él.
Jesús retoma estas metáforas del Antiguo Testamento (cf. Ez 34), en las que se describe al Señor Dios como el pastor (cf. Isa 40,11) que contiende con los que figuran como pastores del pueblo, pero dispersan y extravían las ovejas (cf. Jer 23,1-8). Él se propone como la alternativa de Dios a los que se presentan como dirigentes con autoridad divina, pero oprimen y explotan el pueblo.
Jn 10,27-30.
Cada uno de los cuatro versículos que componen este breve texto contiene tres elementos que se refieren a la propuesta de Jesús como pastor puesto por el Padre para bien de las ovejas.
1. Las ovejas y el pastor (v. 27).
Describe las ovejas en relación con el pastor con tres rasgos, de los cuales el central (la relación de amor) es el que les da origen a los otros dos (la fe y el seguimiento):
a) «Mis ovejas escuchan mi voz». El mensaje de Jesús, que es liberador y salvador, es aceptado y provoca la adhesión de fe a él. Las otras «voces» son intimidatorias o generan desconfianza, por eso no las escuchan; en cambio, la voz de Jesús inspira confianza.
b) «…yo las conozco». En el centro está la afirmación del amor del pastor a las ovejas, amor que tiene dos características: la intimidad y el carácter nupcial (sentido de «conocer»). Así manifiesta Jesús que vino a crear una alianza de amor con los que escuchen su voz.
c) «…y ellas me siguen». Escuchar y ser objeto de amor conduce al seguimiento. Jesús incide en la conducta individual y social de sus adherentes, quienes recorren el mismo camino que él, con el propósito de responder a su propuesta y lograr su plena realización.
2. El pastor y las ovejas (v. 28).
Ahora invierte los términos y se refiere a la relación del pastor con las ovejas, también con tres rasgos, de los cuales es central la garantía de que no se perderán.
a) «…yo les doy vida eterna». A quienes lo escuchan, responden a su amor y lo siguen, Jesús les da el Espíritu Santo, que es la plenitud de la vida del Padre, comunicado sin medida y por amor. Esto indica que él satisface totalmente los anhelos de vida del ser humano.
b) «…no se perderán jamás». La «perdición» es lo opuesto a la «salvación»; si esta es vida, aquella es muerte. Jesús asegura que la vida que él comunica a los suyos es de tal calidad que nunca van a perecer, están completamente al seguro y protegidos de la muerte.
c) «…ni nadie las arrancará de mi mano». La imagen tiene fuerza en su expresión, pero no afirma que él es superior en poder, sino que su obra creadora, liberadora y salvadora se realizará porque corresponde al designio de Dios y responde al anhelo del hombre.
3. El Padre y el rebaño(v. 29).
Jesús es pastor por dos razones, porque el Padre lo constituyó como tal, y porque le dio el grupo de adherentes y seguidores atrayéndolos hacia él.
a) «…lo que me ha entregado mi Padre». El Padre resulta atractivo como tal para todo el que lo acepta como fuente de vida y de realización; él atrae hacia Jesús, y así el grupo que se acerca a él constituye un don que el Padre le confía para que él le dé vida eterna.
b) «…es lo más importante». Tanto para el Padre como –por supuesto– para el Hijo importa por encima de todo la humanidad nueva que se está creando y que el Padre le ha entregado al Hijo. Esta es la razón fundamental por la que el Padre nos «dio» su Hijo.
c) «…nadie puede arrancar nada de la mano del Padre». El Padre manifiesta su propósito creador, liberador y salvador a través del compromiso del Hijo; por eso, la plena realización humana está «en las manos del Padre» como en las del Hijo, y nadie la frustrará.
4. El Padre y el Hijo-Pastor (v. 30).
Según la sintaxis griega, en el centro de este versículo está el Padre («Yo y el Padre somos uno»). Al traducirlo al español, se pierde esa perspectiva.
a) «Yo». Dado que el Padre es invisible, su visibilidad se da en el Hijo. Ver al Hijo es ver al Padre. Por eso, la afirmación de Jesús resulta provocadora, porque él no dice que él es como Dios, sino que el Padre es como él, que si él da vida es porque Dios es Padre.
b) «…y el Padre». El meollo del asunto está en la relación entre Dios y Jesús, que es paternidad-filiación, o sea, que Jesús vive por el Padre, y que el Padre lo ha «marcado» con el Espíritu Santo. No se trata de un representante plenipotenciario, sino de su Hijo.
c) «…somos uno». Esto significa que el Espíritu los identifica al uno con el otro, y que no existe nada ni nadie por encima de ellos, que las obras de Jesús son del Padre, que lo opuesto a Jesús se opone al Padre, y que quien está con Jesús está con el Padre.
Ser «ovejas» de Jesús es otra manera de señalar a sus seguidores como aquellos que le dan fe y lo siguen, que de él reciben el Espíritu y la seguridad de realizarse como personas, y que constituyen el bien más preciado tanto para el Padre como para el Hijo. Del mismo modo, ser Jesús «pastor» nuestro significa que él entabla con nosotros una relación de amor para conducirnos a la plenitud de la vida, con la certeza de que en nosotros se realizará el designio glorioso del Padre.
En este domingo, todas las comunidades católicas ven a Jesús, el pastor modelo, en los ministros ordenados, aprendices del pastor modelo, y oran para que en la Iglesia abunden santos ministros ordenados, obispos, presbíteros y diáconos, que hagan presente al pastor modelo. Que Jesús en la eucaristía nos haga sentir su amor que da vida tanto a los ministros ordenados como a los que se forman para serlo, y a todos los otros miembros de la Iglesia, en particular a las comunidades de vida consagrada. Todos somos sus ovejas porque escuchamos su voz y lo seguimos.
Feliz día del Señor.

Detalles

Fecha:
12 mayo, 2019
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