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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Martes de la cuarta semana de Pascua

PRIMERA LECTURA

También anunciaron a los paganos al Señor Jesús.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles     11, 19-26

Los que se habían dispersado durante la persecución que se desató a causa de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaban la Palabra únicamente a los judíos. Sin embargo, había entre ellos algunos hombres originarios de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús. La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron.

Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor.

Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”.

SALMO RESPONSORIAL   86, 1-7

R/. ¡Alaben al Señor, todas las naciones!

¡Ésta es la ciudad que fundó el Señor sobre las santas Montañas! Él ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios.

“Contaré a Egipto y a Babilonia entre aquéllos que me conocen; filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella”. Así se hablará de Sión: “Éste, y también aquél, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado”.

Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: “Éste ha nacido en ella”. Y todos cantarán, mientras danzan: “Todas mis fuentes de vida están en ti”.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO       Jn 10, 27

Aleluya. 

“Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

El Padre y Yo somos una sola cosa.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.

Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”. Jesús les respondió: “Ya se los dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.

Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.

Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.

El Padre y Yo somos una sola cosa”.

La reflexión del padre Adalberto Sierra

Pasar de Judea a Samaría para llevar la buena noticia fue, indudablemente, un gran paso; y se dio a raíz de la persecución. Pasar del ámbito judío (la sinagoga) al ámbito pagano es un gigantesco paso que entraña la apertura universal y el cumplimiento de la misión encargada por Jesús.
Desde los años sesenta del siglo XX, cuando se propuso la «teología de la liberación», surgieron dos corrientes extrañas a la misma, ambas falsificaciones:
• Una, en la línea del mesianismo de los letrados judíos, que presentaba a Jesús como caudillo de masas, comprometido en un proyecto de simple carácter sociopolítico, casi sin relación alguna con el designio amoroso del Padre.
• Otra, en la línea de un espiritualismo religioso (no espiritualidad cristiana) de carácter mágico-supersticioso, que hizo de la historia un escenario parecido al de los «bosques encantados» que aparecen en los cuentos de brujerías.
Si preguntamos cuál es la línea ortodoxa, Jesús nos da la respuesta con sencilla claridad.

1. Primera lectura (Hch 11,19-26).
La muerte de Esteban y la feroz persecución que se desató a raíz de ella, produjo una oleada de evangelización. Después vino la conversión de Felipe, quien terminó abriéndose a los paganos. Enseguida, se produjo la conversión de Saulo, quien aceptó a Jesús y el universalismo cristiano. Luego, sucedió la conversión de Pedro, quien en la casa de Simón comprendió que el verdadero problema de las comunidades era su falta de apertura universal, hasta cuando Dios le hizo ver que la doctrina de lo puro y lo impuro –verdadero obstáculo para la evangelización del mundo pagano– era cosa humana, no divina. Pedro verificó esto en casa de Cornelio y lo compartió con sus hermanos.
Ahora Lucas vuelve a la persecución que se desató por la muerte de Esteban. En concreto, los perseguidos llegan a Fenicia (el actual Líbano), a Chipre (a través del mar: el éxodo) y a Antioquía (capital del Oriente), pero limitándose solo a los judíos. Hasta que algunos, de Chipre y de Cirene (la actual Libia), tomaron la iniciativa de evangelizar a los no judíos (paganos) «dándoles la buena noticia del Señor Jesús». Prescindieron del Antiguo Testamento, ya que sus nuevos destinatarios no tenían tradición israelita, y les anunciaron el evangelio («la buena noticia del Señor»). La fuerza del Señor (el Espíritu Santo) los apoyó, y por eso los paganos se convirtieron al Señor (Jesús). Es un acontecimiento totalmente nuevo y, seguramente, desconcertante.
El hecho de que se creen comunidades en el nombre de Jesús alarma a los de Jerusalén. Enviaron a Bernabé, no en misión oficial (porque fue solo), sino como inspector, para que luego rindiera informe a los de Jerusalén. Bernabé, al discernir aquella generosidad de Dios, se alegró mucho y exhortó a la gente a perseverar en la fe, «unidos al Señor con firme propósito». Prevaleció en él el discernimiento espiritual sobre el encargo que le fue dado como inspector.
Este comportamiento se debió a que Bernabé era un hombre bondadoso, lleno de Espíritu Santo y fiel. Su condición de «hombre bondadoso» –hombre de bien– le permitió percibir, ante todo, los signos de vida, lo positivo de la nueva realidad. Su plenitud de Espíritu Santo le permitió ver en ese hecho la manifestación del amor universal del Padre; la experiencia del Espíritu le permitió discernir la presencia y la acción del mismo. Y su plenitud de fe le permitió ver la coherencia de estos hechos con el mensaje de Jesús. La fe se expresó en fidelidad al designio de Dios revelado a través de Jesús. La calidad humana de Bernabé, su experiencia del Espíritu Santo como amor universal del Padre, y su voluntad de ser fiel al Señor permitieron dar este paso con seguridad.
Por este aval suyo, «una considerable multitud» de paganos se adhirió al Señor. Luego, salió para Tarso en busca de Saulo, que era maestro, para completar el equipo de servicio. Por el hecho de ser una comunidad formada solo por paganos, allí es donde por primera vez a los discípulos los conocen por su verdadera identidad: «cristianos». Ya no son identificados como una secta judía.

2. Evangelio (Jn 10,22-30).
Es la fiesta de la dedicación del templo construido por Herodes. Es la última vez que está Jesús en dicho lugar. Aclara el tipo de mesianismo que él se atribuye y se declara el consagrado por el Padre, el nuevo santuario en donde resplandece la gloria divina.
El «invierno» (cf. Cant 2,11-13) indica que Jerusalén es ámbito de muerte. Por otro lado, nombrar a Salomón recuerda que las promesas y advertencias de Dios a la casa de David, el ungido, siguen vigentes: si son infieles a la alianza con él, el templo será destruido (cf. 2Cro 7,11-22).
Sin embargo, los dirigentes, que quieren matarlo, acusan a Jesús de no dejarlos vivir. Darle vida al pueblo oprimido por ellos es quitársela a ellos, porque viven a costa del pueblo. Quieren que Jesús declare ser el Mesías, pero él no usará ese título, dada la connotación política que ellos le atribuyen. El mesianismo nacionalista que los dirigentes le inculcan al pueblo –y que responde a sus ambiciones de dominio, no a las promesas de Dios– niega el amor universal. Jesús les afirma que –sin usar el título– se ha declarado Enviado de Dios. Y prueba de ello son sus obras, las que tanto malestar les han causado a ellos.
Es que para reconocerlo Mesías se hace necesario reconocer que la obra de Dios es creadora, liberadora y salvadora. Por consiguiente, él solo se acredita con esas obras, y no con credenciales jurídicas o escriturarias. Su mesianismo no es un asunto de tipo legal o académico, es la realidad de la obra de Dios en la historia humana. Mesías es el que restaura el orden creado, da libertad e infunde vida nueva; pero ellos no creen porque no son «ovejas» suyas (no escuchan su mensaje liberador ni lo siguen a él). Por no haber tenido la experiencia personal de su amor (viven como masa), no han experimentado su protección, no saben lo que significa estar en sus manos, que es lo mismo que estar en las manos del Padre, es decir, tener la garantía de su plena realización. Tampoco saben lo importante que es el ser humano para el Hijo y para el Padre, los cuales, como son uno, están identificados en el empeño por lograr la plena realización humana.

La universalidad del amor de Dios y la consecuente índole incluyente de la evangelización, tienen un innegable impacto social, cultural y político que replantea las relaciones de convivencia de las sociedades humanas. El hecho de que la obra de Dios no se confunda con una opción política, con un sistema económico o con una definida organización social no significa que sea «neutral», o irrelevante; al contrario, se sitúa por encima de los partidismos para procurar el bien universal.
Mesías es el que –de hecho– hace libre de toda opresión. Los dirigentes explotadores no quieren acreditar a Jesús porque las obras de él desacreditan las de ellos. Como «son ladrones y bandidos» (Jn 10,8), roban, sacrifican y destruyen (cf. Jn 10,10). Jesús, como Mesías, no respalda, ni legitima ni sacraliza su poder, lo desautoriza.
Por eso, no es coherente que discípulos de Jesús, que públicamente «comulgan» (se hacen uno) con él, apoyen un sistema social explotador u opresor. Sea que explote y oprima con doctrinas que se disfrazan de religiosas, sea que lo haga expoliando de sus bienes a la gente, privándola del disfrute de su libertad, o haciéndola sentir indigna, culpable y desechable. La comunión con Jesús nos confiere «autoridad» (ἐξουσία) para inspirar, estimular e impulsar el desarrollo humano de los otros; jamás nos otorgará «poder» (κράτος) para reprimir la libertad de nuestros semejantes, y mucho menos para suprimirla en nombre de Dios.

Detalles

Fecha:
10 mayo, 2022
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