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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Martes de la I Semana de Cuaresma

PRIMERA LECTURA

La palabra que sale de mi boca realiza todo lo que Yo quiero.

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Así habla el Señor:

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que Yo quiero y cumple la misión que Yo le encomendé.

SALMO RESPONSORIAL 33, 4-7. 16-19

R/. El Señor libra a los justos de sus angustias.

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores.

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.  Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.  El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.

EVANGELIO

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO    Mt 4, 4b

El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

Ustedes oren de esta manera.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 7-15

Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.  No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera:

Padre nuestro,

que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,

que venga tu Reino,

que se haga tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.

No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


La reflexión del padre Adalberto Sierra

La palabra que Dios le dirige a su pueblo pretende provocar un diálogo fructífero con él, no una comunicación vacía. Dios no habla por hablar, sino para entablar un diálogo liberador y salvador a favor del ser humano al cual se dirige. Desde su punto de vista, comunicarse es darse. Esta que llamamos «palabra» de Dios es lo que se llama «revelación». No es una mera dicción divina, sino verdadera apertura de Dios al ser humano, oferta de relación personal.
De modo semejante, el ser humano es invitado a dirigirse a Dios con un propósito constructivo. La oración cristiana no es para generar una dependencia infantil de la creatura con respecto del creador, sino para establecer sintonía en torno a un designio común. Tiene dos objetivos:
• Avivar el compromiso de los «hijos» que quieren dar a conocer a su «Padre», no simplemente a «Dios», y responsabilizarse de la realización de su designio (primera parte del padrenuestro).
• Apoyarse con filial confianza en el Padre y pedirle lo necesario para cumplir dicha misión con toda propiedad siendo signo del reino y alternativa al mundo (segunda parte del padrenuestro).
Lo demás es palabrerío inútil, «oración» pagana.

1. Primera lectura (Isa 55,10-11).
Después de marcar la distancia entre el cielo y la tierra, y entre el camino de Dios y los caminos de los hombres (cf. 55,8-9), el profeta salva esa distancia por la mediación activa de la «palabra» divina. Este oráculo fue pronunciado en un momento particular de la historia del pueblo, cuando estaba en condición de desterrado y con las esperanzas debilitadas a causa de los sufrimientos que venía padeciendo por su extrañamiento y por las dudas de fe con las que debía lidiar. Sentirse huérfano del Dios que lo sacó de Egipto era un dolor intolerable.
El pueblo tiene la experiencia de esta acción de la palabra de Dios. Pero las circunstancias en las que se encuentra parecen desmentir esa esperanza. El profeta le asegura que la promesa hecha a Abraham sigue vigente, y que la palabra de Dios realizará su designio y cumplirá su misión. Esa «palabra» (דָבָר) consiste, en primer lugar, en el hecho de hablar o en el contenido de lo que dice el que habla; del contenido, se pasa al tema o asunto al que se refiere, y de este a la reacción que provoca: una conducta, una actividad; también, por eso, es hecho o suceso.
La experiencia muestra que la lluvia y la nieve bajan del cielo y a él vuelven, pero antes de volver cumplen una misión vivificadora. El hombre que siembra no pierde su tiempo ni su esfuerzo, ya que su labor le procura alimento. Así también la palabra (דָבָר) de Dios tiene eficacia creadora de vida, o sea, es salvadora. No es pronunciada para rebotar, sino para incidir de forma positiva en la vida humana, haciéndola fecunda y fructífera. Eso significa que la palabra infunde vida a quien la escucha, y al mismo tiempo lo capacita para transmitir vida. Esta circulación de vida constituye el agrado (חָפַץ) de Dios y es la «misión» de dicha palabra. Por eso, la palabra volverá al Señor, y «no volverá vacía», sino cargada de «frutos», que son las manifestaciones de vida y restauración del pueblo, que ahora está deportado, pero que volverá repatriado.

2. Evangelio (Mt 6,7-15).
El cristiano no pide como mendigo que suplica, sino como hijo que solicita. No siente necesidad de convencer a su Padre, y por eso considera inútil la cháchara y toda forma de adulación. Alaba por admiración, reconoce con gratitud y pide con confianza. La oración es diálogo. La oración propia del cristiano refleja su experiencia del «Padre» (el Dios que le infunde la vida) y pone de manifiesto su compromiso para que esta experiencia se generalice. Si la alabanza y la acción de gracias del cristiano son tan espontáneas como su relación con el Padre, el modelo de su petición –que es el padrenuestro– muestra que lo que el cristiano pide no es cualquier cosa para satisfacer todo tipo de deseos. La petición que Jesús presenta como modelo, contiene una invocación, que perfila a quien se dirige, y dos partes:
1. Invocación.
«Padre» implica una relación familiar, íntima. Es común («nuestro») y trascendente («del cielo»), no es un distante e indiferente dignatario terreno.
2. Primera parte.
La primera parte del padrenuestro se refiere al Padre en relación con toda la humanidad a través de la comunidad de hijos suyos que ora. Tiene tres peticiones:
• Que su «nombre» –es decir, su realidad de Padre– sea reconocido por la humanidad gracias al testimonio filial de la comunidad que lo invoca. Es visto como rey si es aceptado como Padre. Esto entraña la disposición de tomarlo como modelo de vida.
• Que el reinado del Padre se haga efectivo para toda la humanidad. El padre, como rey, actúa transmitiendo su propia vida, que es el Espíritu. El ejercicio de su realeza es liberador y salvador. Esta es la raíz de la buena noticia del reinado de Dios.
• Que se realice en la tierra el designio concebido por el Padre en el cielo, es decir, que se cumpla en la historia humana, en las personas y en los pueblos, su proyecto de libertad y de vida. Esto abre paso al hombre nuevo y a la nueva convivencia humana.
Las primeras tres peticiones se refieren, pues, a las tres principales acepciones del término griego βασιλέια en relación con el Padre: su realeza, su reinado, y su reino. La comunidad cristiana, que conoce la vida del Padre, quiere compartir esa dicha con el resto de la humanidad.
3. Segunda parte.
La segunda parte se refiere a la misma comunidad que ora, la cual pide lo que precisa con el fin de lograr lo anterior. También tiene tres peticiones:
• Que el Padre le anticipe el banquete de los últimos tiempos, es decir, la alegría, la amistad, la plenitud, para que ella dé gozoso testimonio de realización y felicidad. En la historia se vive ya el amor universal y se anticipa la vida definitiva. Esto se relaciona con la eucaristía.
• Que el Padre perdone a la comunidad, porque ella se ejercita en el perdón a sus deudores; es decir, la comunidad transmite el amor universal (por el perdón a los enemigos) y lo pide para seguir transmitiéndolo. Esto lo viven el cristiano y su comunidad en el día a día.
• Que el Padre, con su amor, libere a la comunidad de caer en la seducción («la tentación»), y del perverso seductor («el Malo»: diablo, Satanás, tentador). La comunidad quiere afirmar el designio del Padre, asumir su responsabilidad histórica, y rechazar las ambiciones mezquinas.

Orar es abrirse a la vida que procede del Padre y comprometerse a transmitir esa vida a toda la humanidad. No es una práctica ascética de piedad, sino el fruto espontáneo del don del Espíritu. Tampoco es una técnica elaborada, como si hubiera que sujetarse a cierto protocolo para hablar con Dios, sino un impulso de unión de amor con Jesús y con el Padre a favor de la humanidad. Por eso se habla de «oración continua» que es conciencia viva y activa de esa unión bienhechora, incluso sin necesidad de palabras. Con palabras, puede expresarse como:
• Alabanza y admiración por el amor del Padre, experimentado como profundo, generoso y leal.
• Acción de gracias por sus bendiciones y dones, que alegran y aquilatan la vida de sus hijos.
• Petición de lo necesario para dar testimonio y cumplir la misión en las circunstancias difíciles.
Porque hay que rechazar las tentaciones de la oración hecha espectáculo y del palabrerío vacío, Cuaresma es tiempo de rectificar asumiendo la oración al estilo de Jesús, de abandonar la oración de estilo farsante o de estilo «pagano», de volver al diálogo filial con el Padre.

Detalles

Fecha:
8 marzo, 2022
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