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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Martes de la quinta semana de Pascua

PRIMERA LECTURA

Contaron a la Iglesia todo lo que Dios había hecho con ellos.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles    14, 19-28

Algunos judíos de Antioquía y de Iconio vinieron a Listra y lograron convencer a la multitud.  Entonces apedrearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad.

Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe. Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia.  Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.

En cada comunidad establecieron presbíteros y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.

Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.

A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.  Después permanecieron largo tiempo con los discípulos.

SALMO RESPONSORIAL    144, 10-13ab. 21

R/. ¡Que tus fieles manifiesten tu gloria, Señor!

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor: que todos los vivientes bendigan su santo Nombre. Que tus amigos manifiesten la gloria de tu reino, desde ahora y para siempre.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO     Cf. Lc 24, 46. 26

Aleluya. 

El Mesías debía sufrir, y resucitar de entre los muertos para entrar en su gloria. Aleluya.

EVANGELIO

Mi paz les doy.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    14, 27-31a

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que Yo amo al Padre y obro como Él me ha ordenado.

La reflexión del padre Adalberto Sierra

La vida nueva, precisamente por ser «nueva», es inédita, en cierto sentido impredecible, por eso requiere apertura de parte del seguidor de Jesús. No se trata de repetir vidas anteriores, sino de experimentar una vida tan satisfactoria que no puede confinarse en esta existencia terrena.
La misión prosigue entre aciertos y desaciertos, y, entre tanto, Pablo va definiendo poco a poco su identidad cristiana. Ahora, rechazado por los judíos, se abre un poco más a los paganos, y esa apertura suya les facilita a los paganos el acceso a la fe en la buena noticia destinada a ellos.
Al despedirse de sus discípulos, Jesús les deja la paz. Es lo usual en hebreo: el deseo de la paz de quien llega (cf. Jue 6,23), o de quien despide a otro (cf. Exo 4,18), o también de quien se despide de otros. La expresión hecha «paz les dejo» (εἰρήνηνἀφίημιὑμῖν) equivale al modismo español «dejar saludes». Así también «dar la paz» es lo mismo que «dar los buenos días», o sea, desear la paz o una buena jornada.

1. Primera lectura (Hch 14,19-28).
Antioquía distaba unos 160 kilómetros de Listra. Era un viaje de varios días, a pie. La persecución contra Pablo por parte de los judíos fanáticos continúa porque estos no le perdonan el hecho de haber admitido a los paganos sin exigirles la circuncisión y el cumplimiento de la ley de Moisés. Como ellos residían en el país, conocían mejor a sus habitantes, e hicieron uso del conocimiento que tenían para convencerlos de que Pablo y Bernabé eran farsantes. Levantaron a pedradas a Pablo dentro de la ciudad. La costumbre era hacerlo fuera de la ciudad, para que esta no quedara «impura», pero, como era una ciudad pagana, de suyo era considerada impura. Luego arrastraron a Pablo fuera de la ciudad y rompieron toda relación con él, «dándolo por muerto». Pero al abrigo del afecto de los discípulos de origen pagano, él revivió en la comunidad cristiana que se formó en Listra. En adelante, Pablo no existe para los judíos; está «muerto» para ellos. Pero ellos no lo están para él, la ruptura no es bilateral, sino unilateral. Él volverá a buscarlos.
Pablo sigue tomando el liderazgo del grupo («salió con Bernabé para Derbe»). Allí no hay judíos, ni sinagoga, pero tampoco templo pagano. Los cultos religiosos han sido un obstáculo serio para la causa del evangelio (cf. Jerusalén y Listra). En Derbe «anunciaron la buena noticia» y formaron una nueva comunidad (ganaron «numerosos discípulos»). Lucas no dice cómo anunciaron ni cuál fue el contenido del anuncio, pero la exhortación que dan a su paso por Listra e Iconio de regreso a Antioquía sugiere que se trata del «reino de Dios», es decir, de la nueva sociedad humana que Dios quiere crear. Esa exhortación deja ver la actividad propia de Bernabé: es la primera vez que en la misión se habla del «reino de Dios». Les explican que el cambio de esta sociedad humana a la que Dios quiere («el reino de Dios») es un proceso arduo y exigente e implica incomprensión incluso de parte de familiares y conciudadanos. Y los exhortan a «perseverar en la fe» de que van a lograrlo.
La hostilidad de los judíos ya no existe, porque ellos ya no lo consideran un judío, sino extraño.
La organización de las comunidades utiliza una terminología conocida (πρεσβυτέρους) y le asigna otro contenido, ya que con ese término no designan a «senadores», sino a «encargados» (cargo honorífico), como un pequeño colegio de responsables que se encarga de cuidar esa comunidad. Dan por concluida esta primera misión en el lugar de origen, la Iglesia de Antioquía, a la que le informan sobre su experiencia de la gracia de Dios y sobre la receptividad de los paganos a la buena noticia, a los cuales el Señor –por medio de ellos– les abrió «la puerta de la fe».

2. Evangelio (Jn 14,27-31a).
Esta no es solo la despedida de Jesús, es también la partida de sus discípulos, a quienes él invita a abandonar «el mundo».
2.1. La despedida de Jesús.
El saludo ordinario y protocolario cobra una nueva significación: no desea una paz cualquiera, sino la suya; tampoco se despide como todo el mundo, porque él no se ausentará del todo. Por eso, quiere asegurarles tranquilidad y conjurar todo temor. Su partida no es sin retorno. Además, él se va al Padre, y aunque sea a través de la muerte, la ida al Padre no significa un fracaso, sino su plena realización, lo cual debería alegrar a los discípulos. El Padre, fuente de toda vida, es más que el Hijo, porque él lo engendró, porque él lo consagró y lo envió, porque todo lo que él tiene se lo ha dado el Padre. Una vez anunció la traición para que ellos no abrigaran dudas sobre la voluntariedad de su muerte y de la magnitud del amor con el cual entregaba su vida; ahora les anuncia su retorno para que se afiance su fe en el triunfo definitivo de la vida.
2.2. El éxodo fuera del «mundo».
Es inminente el enfrentamiento con «el jefe de este mundo». Él se refiere al poder establecido, responsable de la injusticia que reina en el orden social, el sistema religioso-político judío. Jesús no está sometido a él, ni este tiene facultad moral para detenerlo, juzgarlo o condenarlo. Pero lo va a enfrentar haciendo uso del anti poder, es decir, no con violencia, sino con el amor del Padre, ese que ama a los enemigos, y que deja al desnudo la inhumanidad del poder, su hipocresía y su capacidad mortífera. Su muerte será el testimonio del amor del Padre y de la coherencia de Jesús; pero también del engaño y de la violencia del «mundo». Por eso, la exhortación de Jesús a sus discípulos («¡levántense, vámonos de aquí!») no es una invitación a la fuga, sino la manifestación de que existe otro ámbito en donde se puede lograr la vida plena que el mundo no permite. Esta exhortación es un desafío al «mundo» injusto, denuncia de su injusticia, anuncio del reino nuevo en donde se puede vivir plenamente. Y la comunidad de los discípulos anhela ser partícipe de esa salida, de ese éxodo, viviendo en continua «salida» de toda situación injusta.

La «salida» del discípulo de Jesús comienza por la salida de sí mismo. El ser humano se encuentra prisionero de sus miedos, sus prejuicios y sus odios. Estas cautividades lo mueven a excluir de su trato a otros seres humanos, limitando su capacidad de manifestar el amor universal de Dios. Si no salimos de nuestros temores, de nuestras antipatías y de nuestras enemistades, el freno a la evangelización estará siempre dentro de nosotros mismos, aunque nos esforcemos por explicarlo como indisposición o rechazo por parte de nuestros interlocutores.
La muerte de Jesús no es tragedia ni es derrota. Derrotado sale el mundo que lo mata, porque, al ejecutar a un inocente, deja al descubierto su innegable culpa. Jesús se va al Padre, al hogar donde es posible la vida feliz que la tiniebla del mundo inútilmente pretende sofocar. Y así abre para los suyos el camino que lleva hasta el Padre, el camino del éxodo final. Es esencial a la vida cristiana esa salida continua del «mundo», que consiste en el distanciamiento permanente de toda forma de injusticia, sin violencia, sin recurso alguno a las armas del poder que reprime la libertad y asfixia la vida.
Por eso la eucaristía, el banquete de la vida, nos despide en paz, en la paz de Jesús, porque cada vez que celebramos su cena nos invita el Señor a levantarnos para irnos del «mundo», o sea, salir de la injusticia y caminar en busca del amor que sobrepasa toda justicia.

Detalles

Fecha:
17 mayo, 2022
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