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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Miércoles de la tercera semana de Pascua / San Felipe y Santiago, apóstoles

PRIMERA LECTURA

El Señor se apareció a Santiago y a todos los apóstoles.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto   15, 1-8

Hermanos:

Les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano.

Les he transmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto.

Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.

SALMO RESPONSORIAL. Sal. 18, 2-5.

R/. Resuena su eco por toda la tierra.

El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia.

Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Jn. 14, 6b. 9c

Aleluya. 

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Felipe, el que me ha visto ha visto al Padre”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 6-14

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a Tomás:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.

Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: Muéstranos al Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.  Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que Yo hago, y aún mayores, porque Yo me voy al Padre. Y Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré”.

La reflexión del padre Adalberto Sierra

Felipe de Betsaida (Φίλλιπος: «amigo de los caballos») es uno de esos discípulos de «la periferia»: su pueblo es fronterizo, y su nombre griego habla de una familia algo distante de la religiosidad oficial. Fue llamado directamente por Jesús (cf. Jn 1,43), y necesitó un largo proceso para aceptar su auténtica calidad mesiánica. Jesús lo puso a prueba para que superara las categorías del dinero (cf. Jn 6,5). Cuando los griegos pidieron ver a Jesús, él no supo manejar la cuestión, y se apoyó en Tomás (cf. Jn 12,20-22). Todavía en la Cena parece no comprender que el Padre está en Jesús (cf. Jn 14,8-10). Esto muestra el fuerte influjo del Antiguo Testamento sobre Felipe.
Santiago (Ἰάκωβος, יַעֲקֺב) es un nombre que evoluciona del hebreo al griego y al español pasando a través del latín (sant-: «sanctus»; Iacob, Iacobus: Jacobo), y toma la forma actual. Se conjetura que este nombre sea apócope de יַעֲקֺבְאֶל («Dios protege»), aunque hay etimologías populares (cf. Gén 25,26; 27,36). Es el nombre del pariente del Señor que se convirtió en jefe de la Iglesia de Jerusalén después de la resurrección del Señor. Su nombre hebreo habla de una familia apegada a la tradición de los mayores. Aunque el apóstol Pablo lo considera apóstol, no está en la lista de los Doce, como tampoco lo está el mismo Pablo.

1. Primera lectura (1Cor 15,1-8).
Si la comunidad cristiana es testigo del Señor resucitado, el apóstol lo debe ser con mayor razón.
a) La buena noticia del apóstol es:
• Anunciada como tal (τὸ εὐαγγέλιον ὅ εὐηγγελισάμην). Los corintios la recibieron así del grupo.
• Acogida. La comunidad resultante es manifestación patente del eco que la palabra encontró.
• Guardada. El apóstol da fe de que la comunidad se mantiene en ella después de aceptarla.
• Salvadora. Y esa buena noticia ha producido una nueva vida y una nueva convivencia en ellos.
b) Su contenido es:
• Que el Mesías murió por los pecados, es decir, a causa de la injusticia de los hombres, no por una arbitraria disposición de Dios.
• Que fue sepultado y que resucitó. La sepultura certifica que realmente murió; la resurrección le pone fin a la situación de muerte.
• Que se apareció. Las apariciones dejan testigos que certifican con su vida que Jesús está vivo, y ellas fundamentan su misión
c) Las apariciones:
• A Pedro. Según la tradición lucana, el primero de los Doce al que se le apareció (cf. Lc 24,34).
• A los Doce. Nombre del grupo que representaba a Israel, ahora numéricamente reducido a 11.
• A más de 500. Algunos suponen que Pablo se refiere aquí al acontecimiento de Pentecostés.
• A Santiago. El pariente del Señor, que no aparece entre sus seguidores antes de la resurrección.
• Al resto de los apóstoles. Lucas y Pablo no circunscriben el título de «apóstol» a los Doce.
• A Pablo mismo.
La lista de seis (trátese de personas o grupos) es incompleta. Deja abierta la posibilidad de nuevas apariciones del resucitado. Pero queda claro que la condición de «apóstol» (misionero) exige dos requisitos que sobrepasan el ámbito apologético y la acreditación institucional:
• La experiencia del Señor resucitado, o sea, el encuentro personal con Jesús como viviente que ha vencido la muerte, hecho que lo convierte en testigo del Señor.
• El anuncio de la buena noticia, o sea, el testimonio personal de esa buena noticia y de su efecto, para lo cual está suficientemente calificado por dicha experiencia.
El apóstol presenta las apariciones como una gracia concedida, no como mérito adquirido.

2. Evangelio (Jn 14,6-14).
Jesús declara ser el camino, la verdad y la vida del hombre que pretende llegar al Padre. Se trata de que, para realizar el viejo anhelo de «ser como Dios», solo existe una manera, y consiste en asemejarse a él como Hijo. Y esta identificación con el Padre se verifica por medio de obras que responden a las exigencias del amor, obras que hablan más claro que las palabras (cf. Jn 10,38).
1. Jesús y el Padre.
La declaración de Jesús deja entrever que, por él ser «el camino, la verdad y la vida» que relacionan con el Padre, conocerlo a él es conocer al Padre (cf. Jn 12,45). El Padre se ha hecho visible por medio de su Hijo; ellos se revelan uno al otro: el Padre revela al Hijo y el Hijo revela al Padre. Esta revelación se hace:
• Por las exigencias (τά ῥήματα) que él propone con su mensaje (ὁ λόγος).
• Por las obras (τά ἔργα) que el Padre realiza por medio de él.
2. Felipe: la pregunta por el Padre.
La petición de Felipe disocia al Padre del Hijo. Jesús vuelve a insistir en la identificación. Quien conoce al Hijo conoce al Padre; por consiguiente, ya debieran conocer al Padre, porque conocen al Hijo. Felipe, hablando en nombre de los demás, delata que no se fía de Jesús como personero del Padre. Por eso Jesús pregunta claramente: «¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo?». De ser así, el problema es de otro orden, es falta de fe.
El mensaje de Jesús («las exigencias que yo propongo») es mensaje del Padre, de modo que, al no darle crédito a su mensaje, le niegan crédito al Padre.
3. El criterio de las obras.
La importancia de las obras es decisiva, pero también en ellas se confirma la identificación entre el Hijo y el Padre (cf. Jn 5,19-20). Aceptando la identificación del Hijo con el Padre por la unidad de vida entre ambos (el Espíritu), las obras conducen a la fe. Y la fe realizará esas mismas obras, y las multiplicará en la medida en que se multiplique el grupo de los creyentes («hará obras como las mías e incluso mayores»), porque tiene a favor suyo estos apoyos:
• La glorificación de Jesús («me voy al Padre»): la condición humana de Jesús se realiza a plenitud al asumir él la plena condición divina. Jesús, el Hombre-Dios, estará en el cielo junto al Padre, y este hecho lo constituye en intercesor privilegiado de la humanidad.
• La oración de la comunidad «en unión conmigo» (literalmente: «en nombre mío»). Él comparte la condición del Padre, es Dios con él y como él; por eso, él responde («yo lo haré») la oración hecha en solidaridad con él, pues dispone de todo lo del Padre como propio.
Así, la gloria del Padre (el Espíritu) se revela en el Hijo. Jesús afirma que revelar al Padre con las propias obras lleva a ser discípulos suyos e hijos del Padre y a actuar como él, con su gloria, es decir, con la fuerza de su Espíritu, haciendo uso de su libertad y de su condición divina.

El apóstol, testigo del Señor resucitado, se convierte en visibilidad del Padre por su testimonio y sus obras como las de Jesús, y porque la comunidad apostólica, unida al Señor en la oración, se identifica con él como él con el Padre, de modo que, así como el Padre escuchó siempre e hizo lo que Jesús le pidió, así él escuchará lo que la comunidad pida para cumplir la misión, y lo hará. La afirmación fundamental consiste en que el Espíritu Santo crea una unidad de vida y de propósito entre Jesús y el Padre, y que esta unidad se reproduce entre Jesús y su discípulo. Esto significa que el apóstol no es un funcionario calificado, sino un testigo experto, es decir, alguien que, por haber tenido experiencia personal del Señor resucitado, puede dar testimonio de él.
La celebración de la eucaristía resulta ser ocasión propicia para identificarnos con Jesús como comunidad apostólica y pedir en unión con él (en su «nombre») la realización del designio del Padre, así como lo aprendimos de él en la oración del padrenuestro que recitamos en la misma

Detalles

Fecha:
4 mayo, 2022
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