Cargando Eventos

ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
  • Este evento ha pasado.

Sábado de la cuarta semana de Pascua / San Matías apóstol

PRIMERA LECTURA

La elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once apóstoles.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 15-17. 20-26 

Después de la Ascensión del Señor, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos – los que estaban reunidos eran alrededor de ciento veinte personas-y dijo:

“Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, habla de Judas, que fue el jefe de los que apresaron a Jesús. Él era uno de los nuestros y había recibido su parte en nuestro ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: “Que su casa quede desierta y nadie la habite”. Y más adelante: “Que otro ocupe su cargo”.

Es necesario que uno de los que han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día de la Ascensión, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección”.

Se propusieron dos: José, llamado Barsabás, de sobrenombre el Justo, y Matías. Y oraron así: “Señor, Tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste para desempeñar el ministerio del apostolado, dejado por Judas al irse al lugar que le correspondía”.

Echaron suertes, y la elección cayó sobre Matías, que fue agregado a los once Apóstoles.

SALMO RESPONSORIAL 112, 1-8

R/. El Señor lo hizo sentar entre los nobles de su pueblo. 

Alaben, servidores del Señor, alaben el Nombre del Señor. Bendito sea el Nombre del Señor, desde ahora y para siempre.

Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el Nombre del Señor. El Señor está sobre todas las naciones, su gloria se eleva sobre el cielo.

¿Quién es como el Señor, nuestro Dios, que tiene su morada en las alturas, y se inclina para contemplar el cielo y la tierra?

Él levanta del polvo al desvalido, alza al pobre de su miseria, para hacerlo sentar entre los nobles, entre los nobles de su pueblo.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Cf. Jn 15, 16

Aleluya. 

“Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

No son ustedes los que me eligieron a mí sino Yo el que los elegí a ustedes

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 9-17 

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:

Como el Padre me amó, también Yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Éste es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen los que Yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo concederá. Lo que Yo les mando es que se amen los unos a los otros.

La reflexión del padre Adalberto Sierra

El nombre Matías (מַתִּתְיָה) es diminutivo de Mateo, y significa también «regalo de Dios». No hay otra mención de él fuera de esta de Hch 1,23.26. Indudablemente, es uno de los cristianos de la primera generación. Fue elegido para ocupar el cargo –no el puesto– del que desertó Judas, pero su nombre no se vuelve a mencionar después. Según la tradición, su tumba está en Alemania.

1. Primera lectura (Hch 1,15-17.20-26).
La comunidad, en número de 120 (múltiplo de 12, cifra de Israel), está reunida «con un mismo propósito»: completar el número de 12 y seguir representando a Israel y perpetuar de ese modo su pretendido privilegio nacional. Sin razón alguna, porque la infundada expectativa de un «reino para Israel» (1,6) sumada a la traición de Judas y al rechazo de Jesús delante de Herodes por parte del pueblo –que optó por Barrabás, sedicioso y asesino (cf. Lc 23,13-25)–, habían dejado sin razón de ser el papel histórico de Israel. Pedro quiso evitar que se introdujeran en el grupo los que no habían sido discípulos de Jesús; por eso –contrariando lo dicho por el Maestro, que les indicó mantenerse quietos (cf. Lc 24,49: «siéntense»; 1,4)–, «se puso en pie» y propuso elegir un reemplazo de Judas.
En el fondo, Pedro quería impedir que los «hermanos» (ἀδελφοί: connacionales o parientes) de Jesús, que, por sus prejuicios nacionales, nunca fueron discípulos suyos (cf. Lc 8,19.20), ahora reclamaran como propia la «herencia» del Mesías por ser de la misma familia de David, como si se tratara de un bien familiar del que se sentían legítimos herederos.
Recurre a un salmo para explicar que el puesto de Judas queda desierto, pero que su cargo debe ocuparlo otro. Es decir, no se trata de suplir el «puesto», sabido que dicho puesto es un «campo de sangre», adquirido con el precio de la traición (cf. 1,18-19, omitidos) sino de buscar quien se apersone del «cargo» de evangelizador, abandonado por Judas. Sin nombrar, pues, un duodécimo apóstol, dejarían vacío el puesto de Judas, y le cerrarían el paso a quienes quieren su cargo. El que elijan tendrá que suplir –de algún modo– lo que Judas tenía que hacer. Entre las condiciones que Pedro pone, descarta a los recién venidos, incluidos los parientes del Señor. En efecto, esas condiciones son: ser compañero de Jesús desde su bautismo por Juan Bautista, compañero del grupo que anduvo con Jesús hasta la ascensión, y testigo de su resurrección –no del resucitado; aún falta claridad–. Pedro, no queriendo contrariar la indicación de Jesús, pero intentando evitar la restauración del grupo de los Doce, encuentra una fórmula para obviar ambas cosas.
Propuestos dos hombres: uno con tres nombres (José, Barnabas, Justo) y Matías, es claro que el primero aparece más calificado:
• José («Dios añada») es el nombre del patriarca que en Egipto fue modelo de todo Israelita justo.
• Barnabas (variante: Barsabas), nombre arameo (בַּר נְבוּאָה): «hijo de la profecía», o «exhortador».
• Justo, por apodo, sobrenombre que viene del latín (Iustus) transcrito al griego (Ἰοῦστος). Este apodo es indicio de la buena reputación de que gozaba entre los paganos.
Con una oración veterotestamentaria en su corte, y con un procedimiento ajeno al proceder de Jesús (él eligió a los 12 «movido por el Espíritu Santo»: Hch 1,2), «votaron» por Matías, porque José Bernabé era de origen helenista (cf. 4,36). No abrieron el grupo a la universalidad que Jesús quería, dado que –como no habían recibido el Espíritu Santo– carecían del discernimiento para hacerlo. Matías no volverá a ser nombrado. El silencio de Lucas al respecto es elocuente.
Finalmente, el jefe de la Iglesia de Jerusalén terminará siendo Santiago, el pariente del Señor, que nunca fue discípulo de Jesús, y al cual Pedro pretendía cerrarle el paso. Aparte de la rectitud personal de Matías –que nunca se cuestiona– este relato se refiere a la idoneidad para el «cargo» que Judas abandonó, y hace ver que la elección de Matías se debió a prejuicios nacionalistas y no a discernimiento espiritual. No se trata de decidir si Matías era apto o no, puesto que llenaba los requisitos puestos por Pedro, sino de que fuera el señalado por el Espíritu para ese «cargo». El grupo necesitaba abrirse a los paganos, y en su afán de autoconservación no solo se cerraron a los que no llenaban los requisitos, sino que también lo hicieron al que podía sacarlos del encierro.
Después, el Espíritu Santo elegirá a Bernabé (cf. Hch 13,1-2).

2. Evangelio (Jn 15,9-17).
Los seguidores de Jesús, para serlo de verdad, han de cumplir unos requisitos básicos que resaltan en el mensaje que se proclama hoy:
1. Comparten con él el mismo Espíritu como vínculo de amor que él ha tenido con su Padre. El Espíritu garantiza la unidad en el amor y, por consiguiente, tanto la concordia como la eficacia.
2. Se atienen a las exigencias de ese amor para conservar su identidad y lograr su plena realización. La coherencia entre «el mandamiento» y «los mandamientos» asegura la fidelidad de cada uno.
3. Procuran alcanzar la excelencia en el amor (el «amor más grande»), como corresponde a los hombres libres, que asumen sus compromisos con espontaneidad, no obligados ni de mala gana.
4. Mantienen su relación con la misión a la que los destina Jesús mediante el triple propósito de:
• Vivir en permanente éxodo, en ruptura con el mundo injusto («…para que se marchen»).
• Crecer personalmente y fundar comunidades de gente evangelizada («…produzcan fruto»).
• Dar permanente continuidad a la obra de Jesús, el reino de Dios («…y su fruto dure»).
5. Tienen la seguridad de que, en la medida en que realicen la misión de Jesús, contarán con el apoyo irrestricto del Padre. Esto precisa el sentido cristiano de la oración y su carácter misionero.
La condición básica, por tanto, es permanecer fieles a ese amor suyo, no a cualquier amor. Y ese amor se les transmite a través del Espíritu Santo que procede del Padre a través del Hijo. Ahora, la fidelidad al «mandamiento» (cf. 10,18; 13,34) se expresa en la capacidad de dar respuesta a las necesidades de la humanidad («los mandamientos»: v. 10). Esa fidelidad genera felicidad.

El propósito de Pedro al promover la elección del que asumiera el cargo de Judas era garantizar que, cuando llegara el Espíritu Santo, el grupo estuviera legítimamente constituido y representara a Israel para hacerse cargo de la obra del Mesías, sin recurso alguno a sus parientes de sangre.
En ocasiones tomamos en la iglesia, en todos los niveles, decisiones desafortunadas, no con mala intención, sino por falta del apropiado discernimiento: sea que se trate de un acento doctrinal, de una opción pastoral, de la unción, el nombramiento o el envío de un ministro, etc., decisiones tomadas a veces colegiadamente, a veces singularmente. Dichas decisiones no derivan su acierto de la mayoría de los votos que las respalden, o de la autoridad institucional de quienes las tomen, sino de su conformidad con el Espíritu Santo. No necesariamente serán decisiones dañinas –no se sugiere que la elección de Matías hubiese sido nociva para la Iglesia–, pero sí pueden implicar inoperancia o ineficacia, lo que sí sugiere el silencio respecto de Matías. Seguramente, Matías era un buen discípulo del Señor, y buen representante de la primera generación de cristianos, de cuya fidelidad no existe duda, pero no el indicado para la responsabilidad que le impusieron solo para cerrar las puertas de la Iglesia y oponerse a la apertura universal, apertura que correspondía al expreso designio de Jesús y a la manifiesta inspiración del Espíritu Santo.
La eucaristía nos da la capacidad de ser uno con Jesús, para actuar en unión de propósito con él, por su Espíritu, de manera que estemos dispuestos a realizar el designio divino, y no el nuestro.

Detalles

Fecha:
14 mayo, 2022
Categoría del Evento: