“El aborto directo es un acto inmoral y una práctica violenta contraria a la vida”.
Así lo expresa la Conferencia Episcopal de Colombia, luego de la decisión tomada este lunes 21 de febrero, por la Corte Constitucional, que decreta: “La conducta del aborto solo será punible cuando se realice después de la vigésima cuarta (24) semana de gestación y, en todo caso, este límite temporal no será aplicable a los tres supuestos fijados en la Sentencia C-355 de 2006”.
En un comunicado los obispos al expresar su perplejidad y profundo dolor, observan que no se puede minimizar que todo embarazo implica la existencia de otro ser humano, distinto al de la madre, que está en estado de indefensión y vulnerabilidad, por tanto tiene el derecho a formar parte de una familia.
“Sostener que los derechos a la vida y a recibir la protección del Estado, amparados por la Constitución (cf. art. 2. 5. 9), no lo cobijan desde el momento de su concepción, es una afrenta a la dignidad humana. Por lo mismo, tutelar el supuesto derecho a suprimir una vida humana inocente, pone en riesgo el fundamento mismo de nuestro orden social y del Estado de Derecho. El aborto directo es un acto inmoral y una práctica violenta contraria a la vida“.
Los obispos al mencionar el artículo 95 de la Constitución política de Colombia, aseveran que el problema del aborto no puede limitarse solo a la mujer en embarazo, sino que reclama además la solidaridad de la sociedad entera.
“Ya que esta virtud permite crear alternativas de bien, allí donde el mal se enarbola como única opción, queremos ser los primeros en ayudar a encontrar la opción buena cuando el aborto parece ser la solución. Lo hacemos en nombre de Aquel que vino a traer vida en abundancia, con la esperanza de que también el Estado, así como todos los compatriotas de buena voluntad, no escatimarán esfuerzos para proteger y promover la vida humana, aun en las circunstancias más complejas“, concluyen.
El mensaje que lleva por título: ¡Recurramos todos a la solidaridad creativa en favor de la vida!, fue firmado por el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá; el vicepresidente, monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán; y el secretario general, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá.