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Estudié con atención y analicé con detenimiento las instrucciones del señor presidente de la República, las directrices del Ministerio de Salud Pública y Protección Social, y las pautas que recomendaron conjuntamente el Ministerio del Interior, el Ministerio de Salud y los líderes de las diversas confesiones religiosas de Colombia.

Después de escuchar el Colegio de Consultores de la Diócesis, comunico las determinaciones que siguen como manifestación de la corresponsabilidad de los fieles católicos en el momento presente. Ellas están animadas por la responsabilidad social, la solidaridad humana y, sobre todo, la caridad cristiana, y cambiarán cuando cambien las medidas que les dieron origen.

1. Aceptamos las disposiciones de las autoridades civiles encaminadas a proteger la vida de las personas y a que cada ciudadano tome conciencia de las repercusiones que tienen sus decisiones individuales en la convivencia social. Nuestra motivación fundamental, más allá del acatamiento de las leyes, es la responsabilidad ante nuestros semejantes.

2. Descartamos tanto la trivialización como el pánico. La emergencia sanitaria es un hecho, y cada uno tiene derecho a esperar de los demás seriedad y serenidad. Esta es una oportunidad para desarrollar actitudes y hábitos de solidaridad: cuidarnos los unos a los otros, en vez de cuidarnos los unos de los otros. La verdadera amenaza es el virus, no debe ser el vecino.

3. Los seguidores de Jesucristo somos libres para amar porque sabemos que el don de amor es fuente de vida; por eso, mantenemos nuestra disposición de servir y ayudar a quienes, por cualquier motivo, contrajesen la virosis, y de acoger y escuchar a quienes resultaren afectados por la emergencia. Los enfermos pueden aislarse por amor, pero no serán excluidos.

4. Extraordinariamente, en las celebraciones de esta Cuaresma y de la próxima Semana Santa, cancelamos los eventos multitudinarios, como las procesiones, y aplazamos otros, como las peregrinaciones. Las celebraciones litúrgicas se mantienen por cuanto ninguno de nuestros templos tiene capacidad para 500 personas, que es el tope máximo señalado por la autoridad civil. Y siguen vigentes las medidas asumidas por la Conferencia Episcopal de Colombia.

5. El Domingo de Ramos –suprimida la procesión– se hará la entrada solemne en la misa principal y la entrada simple en las demás. El Martes Santo, en la misa crismal, cada párroco vendrá acompañado de un solo feligrés en representación de su parroquia. El Jueves Santo, en la misa de la cena del Señor, el presbítero lavará los pies, no los besará. El Viernes Santo no habrá viacrucis público, y la adoración del misterio de la cruz se hará con una venia, sin besar el crucifijo. En la Vigilia Pascual se harán solo tres lecturas del Antiguo Testamento.

6. Esta emergencia sanitaria pone a prueba nuestra capacidad de amar. Adaptarnos, por amor a los demás, es una manifestación de fidelidad al Señor de la Iglesia. La disciplina admitirá excepciones; por ejemplo, las personas con afecciones gripales o mayores de 70 años pueden dispensarse de las celebraciones litúrgicas sin temor a cometer falta alguna. Lo irrenunciable es el amor: siempre estaremos dispuestos a manifestar amor, aunque nos incomode un poco.

7. Pido a todos comprensión, convicción y libre asentimiento a estas disposiciones tomadas a impulsos del amor cristiano, que es fruto del Espíritu Santo.

Sincelejo, 14 de marzo de 2020.

Original firmado

+ José Crispiniano Clavijo Méndez
Obispo de Sincelejo