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Estas fueron las palabras del padre Ramón González Mora, vicario de Administración y Finanzas de la Diócesis de Sincelejo, en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, evento que organizó la Diócesis de Sincelejo para 30 venezolanas con el apoyo de la Gobernación de Sucre.
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”
Queridos hermanos, esto es lo que somos, este es el vínculo que permite encontrarnos; este es uno de los vínculos entre los muchos que hay que construir para encontrar una salida con ustedes, ante esta situación de desplazamiento de la población venezolana que lo ha perdido todo, por una dura dictadura que hizo desaparecer la democracia y se le perdió el corazón. No tenemos a la mano ninguna salida, pero no quiere decir que no exista y tenemos que encontrarla.
Hablar de vínculos no es nada extraño para nosotros, nos vinculan muchas realidades como la cercanía de dos pueblos hermanos, el dolor, la distancia que tienen con los seres queridos que se quedaron esperando, nos vincula nuestro amor de hermanos y en nuestro caso de cristianos, nos vincula la búsqueda en común pero también los temores, las dudas, los retos y los desafíos de un momento tan duro no solo para ustedes, sino también para nosotros sus hermanos.
Vincularnos es también pensar juntos, esto hay que pensarlo suficientemente; es tomar la realidad que tenemos para descifrarla, ponerla ante nuestros ojos y soñar caminos, no existe un camino claro, pero tampoco un solo camino, hay muchos por explorar, para éste es necesario saber nuestras fortalezas, las de cada uno de ustedes y por qué no, nuestras flaquezas con las que hay que contar para encontrar las salidas y el camino.
En este proceso es necesario conocerlos, ustedes son un potencial humano; cuando ustedes han llegado a esta familia diocesana, nos han contado que unos son médicos, otros ingenieros, arquitectos, técnicos, artesanos, pero también soñadores, emprendedores inteligentes y laboriosos, luchadores y creativos.
No son una masa informe ni unos seres en serie con un solo título que llevan con orgullo que es el de su nación, sino que son también toda una potencia de posibilidades.
La realidad del desplazamiento a lo largo de la historia, ha logrado cambiar muchas sociedades a donde llegaron los migrantes de las dictaduras o de las guerras; un ejemplo es Argentina que tiene una pujanza gracias a los migrantes. El Papa Francisco es hijo de un migrante italiano.
Igualmente esto ocurrió en Estados Unidos con los migrantes chinos, Latinos e ingleses; no son ustedes los únicos migrantes de la historia, son los migrantes que hoy están llamados a cambiar la historia, no sólo la de ustedes, sino también la del lugar donde ustedes han puesto sus pies: Colombia.
Los invito a conocerse entre ustedes, esto es muy importante, y darse a conocer desde sus riquezas personales; y por ninguna circunstancia dejar de ser solidarios entre ustedes, no romper sus vínculos para poder desde allí afianzar sus vínculos con nosotros. Los invito a no tener miedo a soñar.
María la virgen de Nazaret, la madre de Jesús estaba embarazada y en compañía de José su esposo, salió a una tierra donde le tocó migrar por decreto del emperador. Siempre han existido emperadores y dictadores como el que le tocó a la familia de Nazaret. Al emperador no le importaba la suerte de ellos, que llegaron a una tierra donde no había espacio ni para ellos ni para su hijo que estaba por nacer. El único puesto disponible era una pesebrera, pero ¿saben una cosa? que en ese pesebre estaba Dios hecho un niño, como los niños de ustedes que traen a la curia cuando los acogemos para inscribirse. Pero quiero que sepan otra cosa, que sobre el pesebre se quedó brillando una estrella y “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaban en tinieblas y en sombra de muerte, y una luz les brilló”.
Desde allí comenzó a brillar para el mundo una estrella, la Estrella del pesebre de Belén, para que de ahí en adelante ningún ser humano sufra una oscuridad sin salida, y para que en ningún pesebre del mundo moderno deje de brillar una luz.
Busquen la Luz, enciendan la luz, y quien tenga la luz que pase la luz. Con la luz se encuentra la salida.
No se dejen vencer por el desaliento o por la impotencia, ustedes son más que este momento duro de su historia.
Hay que recuperar las fuerzas con los impulsos grandes o pequeños que reciben de quienes los amamos, a la manera de los ciclistas en competencia, que consumen unos pedazos de panela y unos sorbos de líquidos para seguir en la carrera; no se salgan de la ruta de sus sueños y de las esperanzas, a pesar de la dura realidad; no dejen de soñar, defiendan sus derechos y su dignidad. Hay unos derechos que están por encima de la nacionalidad, no dependen de ella, como el derecho a la vida y a la dignidad que es inherente a la condición humana, como lo es la integridad, física y moral.
Ojalá ustedes y todos los seres humanos podamos gozar del derecho de ser mirados con los mismos ojos con los que miramos a los que amamos con la pupila dilatada, que son los más entrañables de nuestros sentimientos. Todos merecemos una mirada compasiva, misericordiosa y cercana, porque compartimos la misma condición humana que llora, que sufre, que padece, que se siente desprotegida o despojada, que se desvela y se deprime y que padece lo que no merece. Si gozáramos de este derecho y los demás lo adoptáramos como fundamental, nos colocaríamos en la alta escala de los humanos, así lo pensó Jesús cuando dijo: fui forastero y me acogiste, estuve desnudo y me vestiste; no se dejen instrumentalizar ni abusar porque esa es una escala baja para quien lo hace.
Para terminar, les digo: ustedes son grandes, arriesgados, capaces de dejar lo más entrañable que es la tierra y los que aman, para buscar la salida que merecen, y con la ayuda de Dios y los hermanos la vamos a encontrar.
Este es el día de ustedes las mujeres y los hombres, ojalá Dios permita que el resto de sus días sean mejores.
Felicitaciones, nos alegra que estén con nosotros.

Ramón González Mora, Pbro.
Vicario de Administración y Finanzas
Diócesis de Sincelejo