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Durante la celebración eucarística por la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, en Sincé, monseñor José Clavijo Méndez, obispo de Sincelejo, invitó a las familias a ser transmisoras de la fe.

A ejemplo de la familia de María, tanto la que conformaron sus padres como ella al lado de Jesús y José, monseñor pidió dedicar tiempo a lo realmente necesario: asegurar la fe de generación en generación.

“Lo que la sagrada escritura trata de decirnos con esta larga lista de nombres es que la fe es una herencia, una tradición sagrada que se va pasando de una generación a la otra. La Iglesia nos lo dice con otra expresión: en los retiros de parejas, en los encuentros pastorales de familia, en la actividad pastoral en favor de la familia; la familia está en el plan de Dios como instrumento de salvación de la humanidad. ¿Y cuál es entonces la misión del padre y de la madre en relación con este plan de Dios? La Iglesia nos lo dice: la familia es transmisora de la fe”.

Monseñor José cuando consagraba el pan y el vino.

Monseñor recalcó que así como la familia “transmite genéticamente características del padre y de la madre en los hijos, espirutualmente la familia transmite la fe a la generación de los hijos y les encomienda la tarea de ser ellos transmisores de la fe a la siguiente generación”.

“Eso es lo que podemos decir de la familia de la Virgen María. Fue una familia creyente, bien fundamentada en la fe. Cuando uno lee el canto del Maníficat, se da cuenta de una cosa: si María compuso ese canto, se sabía la Biblia, la Sagrada Escritura, de pe a pa, porque, buscando uno cada frase del cántico de la Virgen María, está en alguna parte de los salmos, de los profetas y de las tradiciones bíblicas del pueblo de Dios”.

Y añadió: “María se sabía la Biblia. ¿Quién se la enseñó? Seguramente, san Joaquín y santa Ana. ¿Quién más? Entonces, aquí, nos pone un ejemplo de lo que significa traer un hijo al mundo en un hogar creyente. La sagrada misión de parte de Dios de transmitir la fe. Pero la fe encuentra sus raíces más profundas en la Palabra de Dios, en la Sagrada Escritura, porque la fe nace de esa Palabra de Dios que le habló a Abraham, que le hizo una promesa y que vino a ser puesta por escrito 800 años más tarde para que quedara ese testimonio como una sedimentación de una experiencia viva de fe”.

La fe, prioridad número 1

Seguidamente, el prelado propuso desde Sincé la que debe ser la prioridad número uno en las familias católicas: transmitir la fe. Y enfantizó en que aunque está bien que haya arreglos y esfuerzos para brindar lo mejor a la Virgen, hay que ser medido y mesurado.

“Y a veces hasta exageramos en el derroche, pensando que siempre será poco lo que le demos porque ella se lo merece. Eso no está mal, está muy bien. Siempre y cuando nos midamos, tengamos una cierta mesura en que el derroche no sea una bofetada a los pobres, porque pienso que eso sí ofendería a la Virgen María. Si nosotros gastamos y gastamos en arreglos que se quitan, que no duran más que un día y hay pobres aguantando hambre y necesidad, hay que replantearse algunas cosas”.

De las formas que hay para honrar a la Virgen, indicó monseñor, es siendo familias que cuidan la fe como un tesoro en el que se gasta lo que se deba gastar.

“Gastémosle tiempo y recursos a transmitirles la fe a las generaciones siguientes, y encomendémosle a ellas que lo hagan a la vez con las otras generaciones que vendrán. Porque, si perdemos el tesoro de la fe, que es el verdadero tesoro, habrá desaparecido también en menos tiempo del que pensamos, toda la fiesta de la Virgen del Socorro y todas las fiestas patronales. Porque, si desaparece la fe, todo esto se desmonta. El tesoro que verdaderamente tenemos que cuidar y que la Virgen nos encomienda en este tiempo, es que la familia siga siendo transmisora de la fe, cueste lo que cueste”.

Crisis en la familia

El obispo alertó de una crisis en la familia y que todos somos responsables de ello, por lo que una adecuada transmisión de la fe, aunque no asegure hijos continuadores de esta, sí nos dará la satisfacción de haber hecho lo que a Dios le agrada.

“Nosotros somos los responsables, los que tenemos que responder ante Dios por la formación cristiana de nuestros hijos y también de nuestros nietos, si seguimos el pensamiento del papa Francisco. El papa Francisco quiere darles a los abuelos un papel importante en esto de la transmisión de la fe. Pero, siempre y cuando, los papás no descarguen en los abuelos esa tarea. Porque no es de los abuelos, es de los papás. Eso es lo que nos enseña la Iglesia y eso es lo que nos debemos tener como prioritario. Y estoy seguro de que la Virgen se pondrá mucho más contenta de eso que de todos los gastos que hacemos pa’ estrenar el 8 de septiembre, para ponerle el adorno a la Virgen, para traer el recordatorio de no sé qué. El mejor recordatorio es que hagamos la tarea y que la hagamos bien. Y la Virgen María sonreirá y nos mirará como verdaderos hijos suyos porque se sentirá complacida, se sentirá agraciada del hecho de que todavía haya familias como la de ella en el mundo, a pesar de las dificultades”.

Monseñor señaló que todo lo anterior lo había dicho por su deber profético y no con el ánimo de molestar a nadie.

“Y ciertas cosas hay que decirlas, aunque duelan. Siempre y cuando se digan con amor. Con amor a la Iglesia, con amor a la familia y ojalá, cuando se digan, haya quien acuse el golpe y diga: ‘Oye sí, tenemos que mejorar’. Margarita, de hoy en adelante tenemos que mejorar en esto de la transmisión en la fe a nuestros hijos. Complazcamos en eso a la Santísima Virgen María y, por supuesto, en esta celebración llena de detalles, llena de cantos, llena de alegría en este nuevo aniversario de nuestra fiesta patronal, la Virgen del Socorro de Sincé. Celebremos gozosos la eucaristía que es lo mejor que tenemos para darle a Dios, nuestro Señor”.