Por: Padre Sam.
Todo buen católico sabe que durante el año tenemos varios “tiempos” en los cuales distribuimos la lectura de la Palabra de Dios, meditamos sobre un aspecto de la vida de Jesús, y profundizamos en un misterio de la vida de Jesús. Tenemos el tiempo de Adviento, de Navidad, de Pascua, etc. Y hay un tiempo bastante peculiar, que probablemente sabemos poco de él, es el llamado Tiempo Ordinario.
¿Por qué se llama así? La respuesta es sencilla: se llama “tiempo ordinario”, porque en dicho tiempo se medita sobre la “vida ordinaria” de Jesús, es decir, qué hizo con sus discípulos, los lugares que visitó, los milagros que realizó. Pero, a diferencia de otros tiempos, en el tiempo ordinario se profundiza en la vida cotidiana Jesús. Por ejemplo, en el tiempo de Navidad se profundiza sobre el nacimiento de Jesús, en el tiempo de Pascua se profundiza en la Resurrección de Jesús, mientras que en el tiempo ordinario no hay un misterio específico que se profundice, sino más bien se acompaña a Jesús en sus “actividades” de día a día.
Este tiempo es peculiar, es el más largo del año, dura entre 33 a 34 semanas, el color que se utiliza es el verde, comienza después de la fiesta del Bautismo del Señor y concluye con la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Y ahora ya sabemos, se llama ordinario porque acompañamos a Jesús en su vida ordinaria.