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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Jueves de la undécima semana del tiempo ordinario

PRIMERA LECTURA

Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu.

Lectura del libro del Eclesiástico    48, 1-14

El profeta Elías surgió como un fuego, su palabra quemaba como una antorcha.

Él atrajo el hambre sobre ellos y con su celo los diezmó.

Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo caer tres veces fuego de lo alto. ¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios!

¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?

Tú despertaste a un hombre de la muerte y de la morada de los muertos, por la palabra del Altísimo.

Tú precipitaste a reyes en la ruina y arrojaste de su lecho a hombres insignes; tú escuchaste un reproche en el Sinaí y en el Horeb una sentencia de condenación; tú ungiste reyes para ejercer la venganza y profetas para ser tus sucesores; tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego por un carro con caballos de fuego.

De ti está escrito que en los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las tribus de Jacob.

¡Felices los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también nosotros poseeremos la vida!

Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu.

Durante su vida ningún jefe lo hizo temblar, y nadie pudo someterlo.

Nada era demasiado difícil para él y hasta en la tumba profetizó su cuerpo.

En su vida, hizo prodigios y en su muerte, realizó obras admirables.

SALMO RESPONSORIAL    96, 1-7

R/. ¡Alégrense, justos, en el Señor!

¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.

Un fuego avanza ante Él y abrasa a los enemigos a su paso; sus relámpagos iluminan el mundo; al verlo, la tierra se estremece.

Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.

Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los que se glorían en dioses falsos; todos los dioses se postran ante Él. ¡Alégrense, justos, en el Señor!

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO      Rom 8, 15bc

Aleluya.

Han recibido el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abbá!, es decir, ¡Padre! Aleluya.

EVANGELIO

Ustedes oren de esta manera.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   6, 7-15

Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.

Ustedes oren de esta manera:

Padre nuestro,

que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino,

que se haga tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.

No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.

Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

La reflexión del padre Adalberto Sierra

Para cerrar definitivamente el ciclo del profeta Elías, el leccionario salta al libro del Eclesiástico (o Sirácida), en la parte donde hace elogio de los antepasados, como discípulos de la sabiduría. En este texto se menciona la sucesión de Eliseo como fiel continuador de la obra de su antecesor, y por eso resulta apropiado para hacer la transición del uno al otro.
El autor evoca las vidas de los dos profetas resaltando lo que considera la lección más pertinente de sus respectivas misiones, a partir del reinado de Jeroboam –«no se pronuncie su nombre» (Sir 47,23)– «hasta que fueron arrojados de su país» (48,15), alusión a la deportación de los israelitas a Asiria, es decir, de los habitantes destacados del Reino del Norte (cf. 2Rey 17,23). Esa lección consiste en que los que se apartan de los caminos del Señor se encaminan a su propia destrucción, sea como individuos, sea como nación. Las figuras de los dos profetas se yerguen como fieles testigos del respeto a Dios –en contraposición a los reyes de Israel, embriagados de poder– en una época en la que, a juicio del autor, solo «algunos reyes obraron rectamente, otros cometieron crímenes monstruosos» (48,16).
El texto completo abarca desde 47,23e hasta 48,16. Al ministerio de Elías se refiere de manera explícita desde 47,23e hasta 48,12a; al de Eliseo, en 48,12b-16. La lectura de hoy omite 48,16.

Sir 48,1-15.
Enumera rasgos y acciones de Elías en función de su tenaz oposición al culto a los ídolos:
• Rasgo característico suyo: «profeta como un fuego» (אֵשׁ, πῦρ: fuego de juicio). El texto hebreo conservado dice únicamente: «Hasta que surgió un profeta parecido al fuego». La ausencia de su nombre aquí tendría la intención de resaltar la metáfora del «fuego», como si ese fuera su nombre propio, lo cual le da relieve al hecho de que él vino a ponerle freno al abuso y al atropello.
• Característica de su palabra: quemaba como antorcha (juicio insobornable). Sus oráculos eran «como un horno encendido» (texto hebreo), metáfora que completa la anterior: el juicio tenía la intención de depurar el pueblo –como el horno que refina el oro– sin complacencias, con el solo propósito de conducir al pueblo a la fidelidad en su alianza con el Señor.
• Acciones suyas: a) Provocar el hambre; «quebrar el bastón de pan» (hebreo), imagen que implica hacer sentir la insatisfacción que dejaba la idolatría, pues no colmaba las ansias de vida del pueblo. b) «Con su celo» diezmar la población; «reducir con su celo» (hebreo), imagen que se refiere a la distinción entre idólatras y fieles: los verdaderos miembros del pueblo son pocos.
• Acciones atribuidas a su palabra fogosa: a) Cerrar el cielo (negar la lluvia o bendición), recuerda el oráculo dirigido al rey Ajab, para que viera que Baal no era el que daba la lluvia (cf. 1Rey 17,1). Siendo el agua un elemento vital, el acento recae en significar que la vida es don del «Dios vivo». b) Hacer caer rayos (juicio condenatorio), alusión al sacrificio en el Carmelo (cf. 1Rey 18,38) y a sus juicios respecto de los funcionarios del rey (cf. 2Rey 1,10.12.14). La metáfora del rayo como «fuego (enviado) del cielo», por su efecto aniquilador, expresa un juicio divino de condenación.
La gloria («imponencia»: hebreo) del profeta es incomparable en razón de sus «prodigios»:
• Despertó un cadáver de la muerte. Se refiere al falso juicio que supuestamente condenaría a la viuda que lo acogió en su casa a perder su único hijo como castigo por sus faltas, juicio que él desvirtuó, mostrando que el Señor es Dios de vida y acreditándose él (cf. 1Rey 17,17-24).
• Destronó a reyes y poderosos. Este es el caso inverso: Elías declara la muerte de reyes y la ruina de gente notable. Estas palabras parecen aludir al anuncio de la muerte del idólatra rey Ocozías, que consultaba a Baal (cf. 2Rey 1,2-8). No es claro a qué se refiere con la ruina de los otros.
• Escuchó los reproches de Dios. Cuando el Señor le notificó a Elías que siete mil hombres eran fieles a él, contradijo a Elías, quien había afirmado que, como creyente, se había quedado solo, y también le reprochó haberse desanimado pensando que era el único fiel al Señor.
• Garantizó la continuidad de la historia. Ungió a quien ejecutara el castigo (hebreo): se refiere a las «unciones» (cf. 1Rey 19,15-16) de Jazael por manos de Eliseo (cf. 2Rey 8,7-15), la de Jehú por las de un discípulo de Eliseo (cf. 2Rey 9,1-13), y a la de Eliseo como sucesor suyo, directamente por él mismo (cf. 1Rey 19,19-21). Por medio de Eliseo, prolongó su acción después de irse.
Por esas acciones, Dios lo recompensó:
• Le salvó la vida al final de sus días. El texto hebreo explicita que fue arrebatado «a la altura, al cielo», mención omitida por el texto griego por comprensibles razones ideológicas. Aunque esta «elevación» se predica de Enoc (cf. Gén 5,24) y del Siervo del Señor (cf. Isa 53,8), la omisión del destino («la altura» o «el cielo») tiene el ánimo de no chocar con la mentalidad del mundo griego.
• Le asignó una misión para el futuro: restaurar el pueblo de Dios antes de que estalle su cólera y se desate su furor y reconciliar la tradición con la novedad («padres con hijos»). Se supone que el juicio alcanzará las generaciones futuras; la infidelidad permanecerá en forma de ruptura entre generaciones que habrá que resolver para reconciliar a los israelitas divididos en dos reinos.
Declara dichoso a quien lo vea antes de morir, posible alusión a Eliseo, quien vio su partida, por don del Señor, y recibió en herencia el espíritu de profecía, y de quien se ocupa a continuación.
De Eliseo afirma que:
• Él recibió del Señor el mismo espíritu de profecía que Elías, constituido su legítimo sucesor.
• No se doblegó ante los poderosos; lo mismo que Elías, Eliseo no fue complaciente con ellos.
• Nada le era demasiado difícil, por eso le devolvió la vida al hijo de la sunamita (cf. 2Rey 4,34).
• Vivo realizó maravillas y muerto obras admirables; tanto vivo como muerto glorificó al Señor.
Pero el balance final no es muy alentador:
• El pueblo no se enmendó ni abandonó la idolatría, se alió con el rey de Asiria (cf. 2Rey 16,7).
• Pero fueron deportados cuando se rebelaron contra su aliado, el rey de asiria (cf. 2Rey 17,5-6).
• Aunque algunos reyes obraron rectamente y agradaron a Dios, la mayoría acreció los pecados.
La historia de los habitantes del Reino del Norte se terminó con su deportación.

La actividad del profeta a menudo da la impresión de siembra inútil. Parece pérdida de energías y de tiempo llevar un mensaje en apariencia destinado al rechazo. Pero es el mensaje de un Dios que, como padre, educa a sus hijos rebeldes. La tozudez de los profetas pretende mostrar:
• La fidelidad de Dios. Su amor jamás se cansa, siempre insiste en dar vida.
• La compasión de Dios. Los extravíos del individuo o del pueblo le importan.
• La misericordia de Dios. Si él no ayuda a la humanidad, esta se pierde.
El profeta, por medio del Espíritu Santo, sintoniza con Dios y se compromete de por vida a dar testimonio de su amor fiel, compasivo y misericordioso. La humanidad formuló la evolución de todo como una teoría científica, pero no se da cuenta de que su particular evolución no es como la del resto de la creación, porque debe asumirla con libertad y convicción. Por eso envía el Señor a los profetas, para invitar a individuos y sociedades a responsabilizarse de su propia evolución.
Ser «sal de la tierra» y «luz del mundo» entraña el honor de llevar esa exhortación con nuestro propio testimonio de vida y de convivencia. Y la eucaristía estimula y fortalece esa vocación.

Detalles

Fecha:
16 junio, 2022
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