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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna. Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Exhortación Apostólica Laudate Deum | Síntesis y reflexión del Cardenal Luis José Rueda Aparicio

 

San José Patrono de la Iglesia universal

 
 
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Jueves Santo.

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (12.1-8.11-14):

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones.”»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 115,12-13.15-16bc.17-18

R/. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Palabra del Señor


La reflexión del padre Adalberto, nuestro vicario general

Jueves Santo.
Resulta casi inevitable comparar en este día la Pascua judía y la Pascua cristiana. En ambas se pasa de la servidumbre al servicio, de la experiencia de muerte a la experiencia de salvación, del peligro a la seguridad. Pero también hay contrastes entre ellas. Resumamos así:
• De la liberación por el poder (plagas) a la liberación por el amor (servicio).
• De la salvación de morir a la salvación de la muerte.
• De la cena pascual «memorial» a la cena pascual también «sacramental».
En su Pascua, los judíos comen la carne del cordero que cada familia se procura; en la Pascua de los cristianos, el «cordero» es provisto por Dios.
En resumen, pasamos de la Pascua-promesa a la Pascua-cumplimiento. Las promesas hechas en otro tiempo a Abraham y su descendencia, contenidas en la Ley y los profetas, continuadas por la descendencia de David y el reinado de Dios en la historia humana, se cumplen definitivamente.
1. Primera lectura (Exo 12,1-8.11-14).
La Pascua se presenta como memorial de la salida liberadora (éxodo) de Israel desde la opresión hacia la libertad.
1. La historia vuelve a comenzar a partir del éxodo («primer mes del año»).
2. El cordero para la cena comunitaria debe llenar estos requisitos:
• Integridad: «sin defecto (físico)».
• Vitalidad: «macho» (fuente de vida).
• Novedad: «de un año» (joven).
3. La carne se ha de compartir:
• «asada»: fuego que cuece y purifica.
• «con pan ázimo»: no fermentado (incorrupto y nuevo)
• «con verduras amargas»: conmemoración del amargo pasado.
4. Se utiliza la sangre para distinguir a los israelitas de sus enemigos y así salvar sus vidas.
5. Se come en estas condiciones:
• «Cintura ceñida»: presteza para la salida, alimento para el camino
• «Sandalias»: condición de libertad, un largo viaje por hacer,
• «Bastón»: deberán enfrentar peligros a lo largo del viaje.
• «A toda prisa»: aprovechar la ocasión del «paso» del Señor.
6. Se entiende como confrontación entre el Señor que libera y salva, y los ídolos que legitiman la esclavitud y la muerte, batalla que los ídolos tienen perdida, porque la victoria del Señor es más que segura, no solo porque su causa es la justa, sino porque responde al anhelo del pueblo.
2. Segunda lectura (1Cor 11,23-26).
El apóstol presenta la eucaristía como el memorial de la muerte salvadora de Jesús para que los discípulos renovemos así la memoria de su entrega y nos asociemos a ella (renovando así también la opción del bautismo, que es irrepetible).
• El pan partido para ser compartido es signo del «cuerpo» (la persona) del Señor. Comerlo es asimilarlo como norma de sana convivencia, rompiendo así con los valores de una sociedad que, por ser injusta, frustra las aspiraciones con las cuales los seres humanos se asocian para convivir. El «cuerpo entregado» es signo del don de sí mismo para ponerse al servicio de la vida de otros, lo que genera una convivencia humana, solidaria y en la que todos pueden realizarse.
• La copa para ser compartida expresa la nueva y definitiva relación de todos con Dios, basada en la «sangre» (el Espíritu) de Jesús. Beberla es interiorizar el Espíritu, y este elimina el pecado en su raíz y genera el hombre nuevo y definitivo, el hombre-espíritu. La «sangre derramada» es signo del don del Espíritu Santo de Jesús, que se transmite por ese servicio generoso, universal y perseverante, que parte del interior de cada persona y genera una nueva humanidad.
3. Evangelio (Jn 13,1-15).
La nueva Pascua consiste en pasar de la caducidad y la injusticia («de este mundo») a la vida nueva y definitiva por amor («al Padre»). Ese paso entraña conflicto:
1. La idolatría del dinero desplazó del templo al Padre (cf. Jn 2,16), impuso su satánico dominio de violencia y de mentira (cf. Jn 8,44), e incapacita a los judíos para oír el mensaje de Jesús. El dinero somete y esclaviza mucho más al ser humano que el dominio del faraón.
2. Judas había decidido entregarlo, dado que él seguía leal al «mundo», ese ámbito social basado en el dinero, y nunca quiso romper esa lealtad (cf. Jn 12,6). No le bastó la cercanía de Jesús a él para darle su adhesión a cambio de los valores en los que siempre había creído.
3. Simón Pedro vivía en la ambigüedad: decía amar al Señor, pero no aceptaba que había que dar la propia vida en el servicio a los demás. Por eso se rehusaba a que Jesús le expresara su amor en forma de servicio; prefería los criterios de la sociedad estratificada (amos-siervos).
4. Jesús, por fidelidad al Padre, quiere mostrar que el amor es servicio a la vida, y que esto no es negociable:
• Él es «el maestro», y en tal condición sirve; quien lo acepte como maestro se hará su discípulo aceptando y siguiendo su ejemplo de servicio. No es posible ser discípulo suyo («tener parte con él») sin aceptar el servicio de Jesús y prolongarlo Enel servicio a los demás.
• Él es «el Señor» (hombre libre), y desde su libertad sirve; quien quiera participar de su señorío ha de hacerlo sirviendo con libertad y a favor de la libertad. La dicha del discípulo consiste en la libertad con la que procede, sin necesidad de que le impongan una norma de conducta.
• La Pascua nueva y definitiva implica, sí, el antagonismo del Señor con los ídolos, pero no la destrucción de sus rivales. Él está dispuesto a entregarse por todos, para darles –también a sus rivales– la oportunidad de ser libres y tener verdadera vida (salvarse).
Jesús crea una comunidad de hombres libres («señores») e iguales («discípulos»), y establece el principio de que no es feliz el que domina sino el que ama. Y que no se trata de ser superiores a los demás, sino iguales como hermanos. Así es el verdadero amor.
La Iglesia conmemora hoy tres instituciones: el ministerio cristiano como prolongación libre del ministerio de Jesús; el «mandamiento nuevo» («nuevo», porque no es impuesto) del amor como expresión libre del discipulado cristiano; y la institución de la eucaristía –que contiene los otros dos– como la cena pascual de los hombres plenamente libres.
El ministerio cristiano no es título de superioridad ni garantía de privilegio, es servicio por amor entre iguales («hermanos») al estilo del Maestro y Señor de todos, Jesús. La cena pascual cristiana es profecía de la nueva humanidad y compromiso de fe para construir la nueva convivencia. La eucaristía es alimento y norma de vida para el discípulo. Hacerla solamente objeto de culto, sin referencia alguna con la vida, es desvirtuar su sentido y profanar su realidad. Por eso, al recibir el sacramento, decimos «amén» para significar nuestra comunión de Espíritu y vida con Jesús.
Feliz Jueves Santo.

Detalles

Fecha:
18 abril, 2019
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